Hace tiempo estaba pensando acerca de este concepto, del hogar. Comencé a preguntarme: Si mi cuerpo físico necesita ir regularmente a casa con el fin de estar saludable, ¿mi alma también? ¿Tendrá mi alma un hogar? Si este cuerpo externo, tangible y tridimensional necesita un espacio para simplemente reposar y ser él mismo, ¿qué hay de mi interior?
Entonces me hice una última pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que mi alma estuvo en casa?
Eran preguntas extrañas. Reflexiones aleatorias en un momento de melancolía. Pero terminaron llevándome en una travesía que cambió mi manera de acercarme a Dios y a la vida. Se convirtió en una exploración y descubrimiento de cómo vivir la vida saludable y plena que yo creo que Dios quiere que tengamos.
Entre más estudiaba las ramificaciones e implicaciones del alma en la Escritura, más cuenta me di que nuestra alma es esencial para nuestra existencia, y de que un alma saludable es de suprema importancia para una vida saludable.
Usted puede tener millones en el banco, un Maserati en el garaje y más seguidores en las redes sociales que el papa, pero a menos que su alma esté saludable, no será feliz. De hecho, el papa sí está en las redes sociales, en caso de que se lo esté preguntando. Pero no creo que esté en Snapchat. Qué mal. Lo añadiría si tuviera una cuenta; eso sería maravilloso.
Pero usted me entiende.
De igual manera, usted podría estar batallando en las circunstancias más dolorosas y confusas de su vida, pero si su alma es sana, usted estará bien. Encontrará la fuerza y la esperanza que necesita para capotear las tormentas.
usted podría estar batallando en las circunstancias más dolorosas y confusas de su vida, pero si su alma es sana, usted estará bien
Hay una carta en el Nuevo Testamento que conocemos como 3 Juan que se refiere a la salud de nuestra alma. Fue escrita, lógicamente, por el apóstol Juan. Este fue el Juan que se etiquetó a sí mismo como “el discípulo al que Jesús amaba” en su Evangelio. Escribí acerca de él y de su sobrenombre en mi libro Life Is _____ [La vida es _____]. No tuvo problemas para creer que era especial, que era amado y aceptado, que era el favorito de Dios. Se definió a sí mismo por lo mucho que Dios lo amaba. Creo que, si cada uno de nosotros adoptara esa actitud resolvería mucha de la agitación que enfrentamos.
En una nota al margen, creo que voy a adaptar y a adoptar el sobrenombre de Juan para los Seahawks de Seattle. “El equipo al que Jesús amaba”. Suena bien.
Juan escribió 3 Juan para un hombre llamado Gayo, quien era un cristiano, un amigo y posiblemente un líder de la iglesia. Juan escribió: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 1:2).
La versión en inglés The Message parafrasea el versículo así: “Somos los mejores amigos, y oro por buena fortuna en todo lo que haces, y por tu buena salud; ¡que tus asuntos cotidianos prosperen al igual que tu alma!”.
Es un pequeño versículo en una epístola pequeña, escondido al final del Nuevo Testamento, pero no deje que eso lo engañe. Incrustada en este versículo hay una verdad que pasaremos el resto de nuestra vida entendiendo y aplicando: Cada uno de nosotros tiene un alma. Y esa alma debe ser saludable.
He leído este versículo varias veces en mi vida, y lo he escuchado ser predicado más de una vez. Si usted es seguidor de Jesucristo y ha estado en la iglesia un tiempo ya, probablemente también lo haya escuchado.
Usualmente la aplicación es esta: Dios quiere bendecirlo. Dios quiere darle salud. Dios quiere darle suficiente dinero para sus necesidades, además de un poco adicional para compartirlo con otros. Dios quiere prosperarlo externamente, así como lo ha prosperado internamente.
Esas aplicaciones son buenas y ciertas. Estoy de acuerdo con todas esas cosas. Pero en esta aplicación, con frecuencia damos por sentado que nuestra alma es saludable. Es algo básico. Suponemos que una vez que somos salvos, perdonados y aceptados por Dios, nuestro “ser interior” queda libre de todo mantenimiento.
Tenemos paz con Dios, así que debemos tener paz con nosotros mismos. Estamos bien delante de Dios, así que deberíamos estar bien dentro de nosotros mismos . . . ¿no es así? Y nos seguimos leyendo el resto del versículo.
¿Pero está bien nuestra alma? ¿Está nuestro ser interior realmente firme, estable y seguro? ¿Alguna vez nos detenemos a pensar en ello?
Creo con todo mi corazón que Dios desea que tengamos vidas felices, asombrosas y exitosas. Pero estoy un poco preocupado de que en nuestra emoción de prosperar en nuestros “asuntos cotidianos” como dice en The Message, podemos terminar dorando la píldora con respecto a la parte de la salud de nuestra alma.
Y ese es un problema. Primero y sobre todo, Dios quiere que nuestra alma esté bien. Por eso es que Juan ora que nos vaya bien en nuestro ser físico exterior al igual que en nuestra alma.
De hecho, este versículo al parecer da a entender que hasta que nuestra alma esté saludable y prosperando, nada más puede prosperar. En otras palabras, nuestra salud y bienestar no avanzan de afuera hacia dentro, sino de adentro hacia fuera.