El fin de todo
Eclesiastés 2.12–23
¿Por qué muchas personas quieren ser ‘importantes’? Si tanto el sabio como el necio terminan en la tumba, ¿qué provecho hay en buscar la sabiduría? Nuestro Escéptico llega a varias conclusiones en estos versículos. Por ejemplo, se da cuenta de que es mejor buscar la sabiduría que seguir siendo necio.
El sabio, por lo menos, entiende a dónde va y por qué. Se desilusiona, pero aun entonces también sabe por qué. El necio, en cambio, “anda a oscuras” (v. 14). El necio es el que cava el hoyo, y luego cae en el mismo.
Dice: ¡Ah, eso nunca me pasará a mí!, pero le pasa igual. Habla sin pensar, y actúa sin medir las consecuencias. Lamentablemente, todos tenemos una dosis de necedad. Sí, es mejor ser sabio, aun cuando el sabio sufre más (1.18). Pero el Predicador también reconoce una realidad: el sabio y el necio, ambos terminan de la misma manera.
“Sabios y necios mueren por igual” (v. 16). “Entonces —piensa—, ¿para qué luchar tanto para acumular cosas si al final tengo que dejarlo todo al que me sigue? Tanto trabajo, tanto sufrimiento, tantas molestias... ¡ni siquiera puedo descansar de noche! Y al final, nada.”