Hay una frase que me gusta que hace que la vida se vuelva mucho mas significativa: “Hacer que las cosas pasen”. A veces transitamos por temporadas donde nada nuevo ocurre, y la razón es que, para que algo nuevo suceda debemos decidir que suceda.
Esto es tan fácil de comprender como sembrar una semilla si queremos que aparezca una planta. Jesús lo dijo muy simple: Mateo 7:7 Pidan y recibirán; busquen y hallarán; llamen y se le abrirá 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Así es que debemos provocar lo que queremos que pase, Ninguna puerta va abrirse si no la golpeamos antes.
Esto es tan simple con asistir a una entrevista de trabajo si deseamos trabajar, o hablarle a alguien de amor si deseamos formalizar una relación, o ir a la universidad si queremos convertirnos en profesionales, o ser parte del ministerio de la iglesia si lo que deseamos es servir a Dios, etc.
Pero a veces solo somos meros espectadores de los triunfos de los demás, y nos olvidamos cosechar los propios, así que necesitamos cambiar eso.
Tomemos ejemplo de nuestro buen Dios que hizo el mundo, el universo, las galaxias, y todo lo que existe, lo imaginó, lo pensó, lo deseó y lo creó. Así que El crea lo que quiere crear y hace exactamente lo que quiere hacer. No hay nada que él desee que no vaya hacerlo. Y creo que nosotros deberíamos imitar el carácter emprendedor del Señor.
Algunas personas viven 365 días al año, y otros el mismo día 365 veces
Estoy seguro que la mayoría de nosotros tenemos sueños, cosas que deseamos realizar y que por alguna razón venimos postergándolas, a veces con razones de peso y otras con buenas excusas que estamos dispuestos a seguir creyendo.
Siempre pienso que la vida es tan valiosa y el tiempo es tan breve que lo peor que podemos hacer es quedarnos con pendientes. Una vez escuche que: “Algunas personas viven 365 días al año, y otros el mismo día 365 veces.”
Está claro que desafiarse para hacer que las cosas pasen no es nada fácil, requiere mucho esfuerzo, valor y aprendizaje, pero sobre todo y lo más difícil es “Desaprender”, la razón por la que cada día repetimos las mismas acciones una y otra vez es que estamos programado con la misma información de siempre y casi nunca incorporamos conocimiento de valor que nos ayude a ver y a resolver la vida de otra manera.
La Biblia habla de tres grandes fuerzas que están ahí para impulsarnos por la vida y podamos cambiar al mundo, por lo menos el nuestro: La fe, la esperanza y el amor.
Tres potentes ingredientes que nos hablan de ver más allá de lo que nuestros pueden ojos ver, de esperar siempre lo mejor en cada situación, y hacer todo con pasión, entusiasmo y devoción.
La fe es la chispa que pone en movimiento la vida, la fe nos fue dada para producir cosas positivas, la fe viene a nosotros para que aquello que solo está en el mundo de nuestra imaginación se manifieste en el mundo real.
La fe siempre se encarga de colocar un horizonte nuevo frente a nosotros que va más allá de lo que hemos ido alguna vez, la fe nos desafía a romper los límites de lo posible, a creer en lo imposible, nunca te dirá que no se puede, siempre da el primer paso.