«¡Lo lograrás!». Cuán difícil es escuchar esta afirmación en un mundo lleno de personas negativas, que piensan que si ellos no lograron sus sueños, los demás también deben estar destinados al fracaso.
Muchos otros creen que como ellos no se atrevieron a intentar grandes cosas, los demás tampoco tienen por qué atreverse, y algo aun peor, te piden callar debido a que ellos también lo hicieron.
Para mí es una misión y además una fuerte satisfacción decirles a las personas que pueden lograrlo, que si alguien alcanzó sus metas, ellos también son capaces de hacerlo, y que si nadie lo ha logrado, mi anhelo es hacerles saber que pueden ser los primeros. Me anima recordarles que «para el que cree, todo es posible» (Marcos 9:23).
Ver a una generación con tantos sueños y ganas de ser alguien en la vida me inspira a ser esa voz que les diga: «Quizá no parezcas un campeón, pero eso no significa que no lo seas. Muchos te dirán que no pareces esa persona que sueñas ser, pero no significa que no llegarás a serlo, te lo puedo anticipar. ¡Lo lograrás!».
El boxeador escucha desde su esquina: «¡Lo lograrás!». El futbolista escucha desde la banca la voz de su entrenador diciéndole: «¡Lo lograrás!». La corredora de ese intenso maratón escucha a su paso la voz de su entrenador, e incluso la del público, animándola: «¡Lo lograrás!».
La pregunta que planteo es simple. ¿Y a nuestra generación, con grandes llamados de Dios y fuertes desafíos en la vida, quién le va gritar: «¡Lo lograrás!»? Me duele decirlo, pero muchos de los que deberían hacerlo están levantando su voz, solo que con palabras de desanimo.
Quiero hablarte de dos grandes peligros que encontrarás en el camino, los cuales han logrado desanimar y callar a muchos que tenían un gran futuro con Dios.
Si estás en el carril de aquellos que anhelan trabajar para que una visión se transforme en una realidad, es seguro que te encontrarás con esos peligros. Se trata de dos tipos de personas que intentarán callarte para que no lo logres y son una calamidad y un gran desafío: el negativo y el criticón.
La voces de las personas negativas y las personas que critican deben ser calladas categóricamente, así es, sin pena ni prejuicios.
Los negativos
Las personas negativas parecen tener una clara misión en la vida: encontrarle lo malo a todas las cosas. Si está lloviendo, se molestan; si está soleado, se incomodan; si hace frío, reniegan; y si hace calor, se fastidian.
¡Cuídate de ellos, pues intentarán contagiarte su negatividad con el único fin de que fracases y decidas ser parte de su club!
Te contaré la historia de un par de amigos, uno de ellos sumamente positivo y entusiasta, mientras que el otro era un negativo de nivel 10.
Pensando en cómo ayudar a su amigo, el entusiasta ideó una estrategia. Él tenía un perro con la capacidad de correr sobre el agua. No me preguntes cómo lo hacía, pues no tengo ni la más mínima idea. Así que decidió invitar a su amigo negativo a un lago cerca de la ciudad para cazar patos con su escopeta.
La idea era que a la señal de su amo su perro, llamado Bruno, corriera sobre las aguas del lago y de ese modo arrebatarle un gran gesto de sorpresa al amigo negativo.
Entusiasmado, lo llama por teléfono y tienen la siguiente conversación:
—Amigo, quiero invitarte mañana a cazar patos —dice con júbilo el entusiasta.
—¿Y si llueve? ¿O si no hay patos que cazar? —responde el negativo—. ¿Y si ocurre un accidente con las escopetas? ¿O si al llegar por mí tu claxon se descompone y eso te obliga a bajar del auto para tocar la puerta, y al hacerlo te lastimas la mano y después ya no puedes agarrar la escopeta?
Muchas veces tu panorama ya es demasiado negativo como para estar escuchando a personas negativas. Sin embargo, están en todas partes, aun en la iglesia hay muchos con esa mentalidad negativa y fatalista.
¿Te imaginas a una persona así? Sin embargo, el entusiasta no se da por vencido e insiste en que no se preocupe, que estaba seguro de que habría un buen clima y patos suficientes. A cada objeción del negativo, el entusiasta le dio una respuesta atinada.
— Está bien —acepta el negativo—, aunque no muy convencido. Mañana nos vemos.
Finalmente, llegó la hora de la verdad. Era una mañana hermosa, llena de patos volando por todas partes. El lago mostraba una inigualable quietud, con el agua lista para ser testigo de cómo un perro corría sin hundirse sobre ella. Bruno, emocionado, se lanza al agua tan pronto como percibe la señal de su amo. El negativo, al ver la escena, queda totalmente pasmado.
—¡Vaya! —exclama—. ¿Ya viste a ese perro? ¡No sabe nadar!
Entonces el entusiasta suspira y dice para sí:
—Este hombre no tiene remedio.
¡Dios mío! ¿Conoces a gente así? Hmmm creo que sí, ¿verdad? ¿No están cerca de ti? ¡Vaya, qué alivio! Y sí lo están, huye rápidamente de ellos.
He aprendido con el paso de los años que a este tipo de personas no se le convence, sino se le huye. Es preciso alejarnos de aquellos que usan las palabras para desanimar y enfermar la mente de otros, a tal grado que logran que en poco tiempo los demás piensen como ellos.
A los negativos nunca los he podido convencer de que Bruno puede caminar sobre un lago, pero a una generación nueva les puedo sembrar en el corazón la esperanza de que un día su perro podrá correr sobre el agua.
Con las voces negativas no se negocia, a esas voces se les calla. Sí, sin importar de quiénes sean.
Muchas veces tu panorama ya es demasiado negativo como para estar escuchando a personas negativas. Sin embargo, están en todas partes, aun en la iglesia hay muchos con esa mentalidad negativa y fatalista.
¡Cuánta falta le hace al pueblo de Dios sacar este virus de su mente y proclamar que la Biblia es uno de los libros más alentadores de la historia!
Los cristianos no solo podemos ser entusiastas, debemos serlo. La palabra entusiasmo significa originalmente «tener dentro [en] a Dios [theos]».
La Biblia un libro lleno de buenas noticias
Debemos estar convencidos de que la Biblia es el libro más actual y con mejores noticias en el mundo. Lo diré más claro, son buenas noticias. ¡Sí, buenas noticias!
Hace tiempo los religiosos se adueñaron de las Escrituras y nos pintaron un cuadro trágico, terrorífico e infernal. Se olvidaron de la gracia, las buenas noticias y el perdón que el hombre puede recibir a través de Jesús, el Hijo de Dios. Por ello son millones los que leen la Biblia con el temor de encontrar un regaño, ignorando que al buscar con entusiasmo encontrarán respuestas.
El negativo usa la Biblia para condenar, no para anunciar la vida abundante que hay en Jesús. ¡Qué lamentable! La Biblia no es aburrida ni negativa, los aburridos y negativos son muchos de los que la predican.
Cuando hay un buen interprete y comunicador de las verdades contenidas en el gran libro de Dios, queda de manifiesto la bondad y el amor que el Creador tiene por la gente. Estoy convencido de que podemos comunicar un mensaje bíblico de manera fresca, efectiva y atractiva. La Biblia me dice que lo lograré, sin importar lo que digan las voces negativas.
Y no solo existe el negativo como enemigo de nuestros logros, también hay otro tipo de persona, y es la que lo critica todo.
Los criticones
¿Conoces a gente criticona? ¿Alguna vez te han criticado? ¿Verdad que no es muy agradable ser criticado? Las voces de las personas que nos critican también deben ser calladas.
Recuerdo aquella historia contenida en mi libro de texto de primaria acerca de un anciano, un niño y un burro. He olvidado casi todo lo que aprendí en la escuela, pero no esa historia.
Aquí está el relato: Un anciano viajaba acompañado de su nieto de un pueblo a otro, al cual llevarían una carga. Ambos, junto con los bultos que llevaban, viajaban sobre un burro. Al verlos en el camino, unos criticones dijeron:
—Mira nada más eso, qué abuso. Pobre burro, lleva a cuestas a un niño, un anciano y todavía la carga... Ese anciano debería bajarse.
Al escucharlos, el anciano decidió bajarse y continuar su camino a pie. Un poco más adelante, al pasar por otro pueblo, escucha a otros criticones decir:
—Qué niño tan mal educado, debería dejar al pobre anciano ir sobre el burro, ya que es un hombre mayor.
Ante este comentario, el anciano decide bajar al niño y subirse él al animal. Más adelante, al pasar por otro pueblo escucha a otros criticones decir:
—¡Qué anciano tan abusivo! Deberíamos reportarlo antelas autoridades. ¿Cómo es posible que vaya arriba del burro y el niño caminando?
¿Me permiten terminar la historia a mi gusto? ¡Si el anciano pretendiera acatar todo lo que los criticones le dijeran, terminaría llevando él sobre su espalda hasta llegar a su destino la carga, al niño y al burro!
Al abrir nuestros oídos a las críticas corremos el riego de terminar cargando burros y desviándonos de nuestro objetivo, y también perdiendo la dirección correcta que teníamos trazada.