No Existen Personas Insignificantes.
Usted no es insignificante. Nunca visualice su vida como si Jesús no hubiera hecho nada por usted. Haga todo lo que pueda de la mejor manera posible, pues para eso le creó Dios. La primera y mayor estafa es defraudarse a uno mismo. Si deliberadamente decide ser menos de lo que puede ser, será infeliz el resto de su vida.
Muchos nunca empiezan a hacer lo que Dios quiere de ellos porque esperan poder cantar como Sandi Patti, predicar como Billy Graham o escribir como Chuck Swindoll. Dios sabía lo que hacía cuando le formó. Utilice los talentos que posee. El bosque sería muy silencioso si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen.
Usted fue hecho para el logro. Posee la semilla de la grandeza.
Usted fue hecho para el logro. Posee la semilla de la grandeza. ¿Qué es la grandeza? ¿Qué es el logro? Es hacer lo que Dios quiere y estar donde Él quiere que esté. Los cristianos son criaturas nuevas, no pecadores reformados. Nunca olvide que Dios le llama amigo (véase Juan 15.15). ¡Qué palabra tan increíble! Él también dice que somos hechos de manera maravillosa (Salmo 139.14).
Usted ha empezado a ver que Dios le hizo especial para un propósito. Él le ha dado una función que nadie más puede llevar a cabo tan bien como usted. De todos los billones de solicitantes, sólo uno es competente, sólo uno tiene las combinaciones apropiadas de lo que se necesita. Dios ha dado a cada persona la fe necesaria para cumplir con su llamamiento. Todos tenemos talentos.
Nadie es lo que debe ser hasta que hace lo que debe hacer. Dios no sólo nos pide cuentas por lo que tenemos, sino también por lo que podríamos tener; no sólo por lo que somos, sino por lo que podríamos ser. El hombre es responsable ante Dios de llegar a ser aquello que Dios ha hecho posible que llegue a ser.
Su vida marca una diferencia. Aunque todos somos diferentes, ninguna mezcla es insignificante. En el día del juicio, Dios no me preguntará por qué no fui Josué o Billy Graham o Pat Robertson, sino por qué no fui John Mason. Jerry Van Dyke lo dijo mejor cuando manifestó: «El mejor rosal no es aquel que tiene menos espinas, sino el que posee las rosas más hermosas».