1 Corintios 9.24-27; 1 Timoteo 6.11-12
La religión tiene sus raíces en esa ansia de vivir; la religión es el ansia cualitativa de la vida.
Queremos vivir, no sólo plenamente, sino mejor. El deseo de vivir se puede convertir en el deseo del poder, a menos que sea dirigido por factores cualitativos. El deseo de gobernar puede degenerar en tiranía, si no está controlado por la Voluntad de Dios.
Pablo sugiere este deseo de dominio en estas palabras: “Todas las cosas me son licitas, más no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, más yo no me meteré debajo de potestad de nada”. (1 Corintios 6.12).
Esa frase: “Yo no me meteré debajo de potestad de nada”, es la declaración más grande de un propósito vital que se haya proferido. El hombre dominado en lo absoluto por la voluntad de Dios no estaba dispuesto a ponerse debajo de la potestad de nada.
Invirtiendo el orden: Quien no está en forma absoluta bajo la potestad de Dios, se encuentra bajo el dominio de todo: de sí mismo, de los demás, de las circunstancias, del mundo, de las contrariedades, de la desilusión.
Algunos son dominados por el mundo. El proceso previo es lento y callado. Apenas si nos damos cuenta de lo que sucede, pero nos vamos dejando dominar por una visión materialista. Se cuenta la historia de un pajarillo al que se le ofreció un gusano a cambio de una pluma.