MÁS Y MÁS COMO JESÚS
"Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios" (Éxodo 34:35).
El rostro de una persona es la expresión externa de lo que está en su corazón. Cuando la revelación de la gloria de Dios se hizo real a Moisés, ¡su misma mirada cambió!
Pablo testificó: "Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase..." (Gálatas 1:15-16).
Pablo estaba diciendo: "Tengo dentro de mí mucho más que algo de doctrina que alguien planteó, más que un simple conocimiento intelectual de Cristo. Tengo una revelación de quién es Cristo, una revelación de Su gracia, misericordia y amor. Y esta revelación se ha convertido en la fuente misma de todo lo que soy y hago. ¡Es la esencia misma de mi vida!"
La revelación de la gloria de Dios es, en verdad, maravillosa. Sin embargo, muchos han convertido esa misma revelación en una licencia para pecar. Judas describe a las personas que "convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas 4).
Según Pablo, estas personas pecan "para que la gracia abunde" (Romanos 6:1). Ellos están diciendo, en esencia: "Si Dios ama el expresarse a través de la misericordia y el perdón, entonces yo voy a darle todas las oportunidades. Voy a pecar y dejar que me siga amando, para que la gracia fluya. ¡Qué testimonio al mundo será eso! Seré el objetivo de todo ese amor que desciende del cielo".