Todos sabemos que el bien y el mal existen en el mundo. Desde muy pequeños se nos enseña que algunas cosas son malas, y que otras son buenas. Desde niños se nos enseña que debemos desarrollar la habilidad de distinguir entre el bien y el mal.
A medida que crecemos, se nos advierte que estemos atentos a las circunstancias que nos rodean para así poder evitar el mal y escoger asociarnos con lo que es bueno.
Pero cuando yo les pregunto a las personas si les resulta difícil discernir el bien del mal, a menudo me responden: «Sí, me resulta difícil. Hay muchas áreas “grises” en el mundo hoy».
La mayor parte de la gente parece estar de acuerdo acerca de ciertos tipos de mal. Es malo que un padre abandone a su hijo o que lo abuse física, sexual o emocionalmente. Es malo que los portabombas suicidas hagan volar a personas inocentes. Es malo que una persona mate a otra a sangre fría, o que torture a otra persona.
Hay muchas cosas que inmediata y universalmente se categorizan como malas, por ejemplo, demostrar prejuicio racial, odiar a ciegas a una persona, malversar o manejar mal los fondos de una corporación, copiar en un examen, mentir, no ayudar a un necesitado cuando usted tiene los medios para hacerlo, robar, cometer adulterio, enojarse ciegamente con otros conductores en la carretera, participar en un tiroteo al azar desde un automóvil, secuestrar, violar, beber en exceso, usar drogas ilegales, y llevar a cabo otros muchos comportamientos malos, y permanecer apegado a actitudes de pensar mal.
Podemos ver ciertas situaciones y reconocer un aspecto del mal grabadas en ellas; por ejemplo, una enfermedad debilitante y dolorosa, sufrimientos de toda clase, el hambre en el mundo, la extrema pobreza, la persecución intensa de gente buena, o la profunda agonía por la pérdida de un hijo.
Tal vez no podamos identificar con precisión la naturaleza exacta o la causa del mal, pero sentimos que la situación mala tiene un elemento tenebroso en ella. Reconocemos que las cosas no son como deberían ser en un mundo perfecto.
Somos muy rápidos para decir que todas estas acciones, actitudes y condiciones están marcadas indeleblemente por el mal. Pero a continuación viene la pregunta difícil: «¿Es la persona que ha cometido un hecho malvado o que tiene una actitud equivocada, malvada?»
«Bien,» dice la gente mientras da marcha atrás hacia la justificación, «probablemente el individuo sea bueno en lo profundo de su ser. Él no quiso hacer lo que hizo; es un producto de la forma en que lo criaron, de su cultura o de su religión fanática. Se cegó en forma temporal por la codicia o la lujuria. No sabía lo que estaba haciendo; sufría de locura momentánea».
Algunas veces sacamos esta conclusión: «Las personas son buenas, pero su comportamiento es malo». Tal vez hasta digamos: «Amamos al pecador y tenemos esperanzas de que cambie, pero el pecado es malo». Todo eso puede ser cierto, pero, ¿qué hace usted cuando el pecado lo ataca a usted?
¿Qué dice y en qué forma responde cuando usted es víctima de maltrato de parte de su cónyuge, el objeto de las acciones terroristas, o la persona que ha sido malherida por un conductor ebrio?
¿Qué hace usted cuando su ser querido es tomado prisionero, su hijo es abusado por un adulto que usted y su hijo le tenían confianza, o cuando llega a su hogar para encontrar que le han robado, o recibe el diagnóstico de una enfermedad terminal?
¿Cómo discierne entre el bien y el mal cuando usted es la víctima de un ataque maligno?.
Detrás de cada persona malvada o de cada acto malvado ronda el verdadero enemigo de su vida. Él existe en el mundo espiritual y es despiadado en proseguir los planes que tiene en contra suya. Él es cien por ciento malvado y tiene un plan para destruir su vida.
Satanás es su enemigo.
Usted está en una guerra espiritual. No importa que usted no quiera estar en una batalla espiritual, usted lo está de todos modos. La batalla es entre el bien y el mal y usted es el premio.
Cuando el Enemigo Ataca, es un libro que le ayudará a discernir la actividad del mal, no solo por fuera de usted sino por dentro de usted también.
A lo largo del libro, el Pastor Charles Stanley nos llevará a través de 12 capítulos en los cuales nos introducirá en los siguientes temas:
1. El rostro del mal
2. La naturaleza de nuestro enemigo
3. El resultado de la batalla
4. Las trampas del enemigo
5. El discernimiento
6. Cómo extinguir los dardos de fuego
7. La estrategia detrás de cada tentación
8. Cómo responder a la tentación
9. Manténganse armado para la batalla
10. La armadura que debemos «tomar»
11. Su posición firme en la oración
12. Proteja a su familia
Conclusión