Ezequiel profetizó en Babilonia durante todo el período de su ministerio, que comenzó siete años antes de la destrucción de Jerusalén, y que terminó unos quince años después de ese acontecimiento. Como el de Isaías, su mensaje fue de denuncia y consuelo.
El punto central de las predicciones de Ezequiel es la destrucción de Jerusalén. Antes de ese acontecimiento su objetivo principal era llamar al arrepentimiento a los que vivían en una seguridad descuidada; advertirles en contra de abrigar la esperanza de que, con la ayuda de los egipcios, se quitarían el yugo de Babilonia (17:15-17); y asegurarles que la destrucción de su ciudad y templo era inevitable y se acercaba rápidamente.
Después de ese acontecimiento su cuidado principal era consolar a los judíos desterrados por medio de promesas de rescate futuro y restauración a su tierra; y animarlos con la seguridad de bendiciones futuras.1
Un resumen del tema sería: El alejamiento de la gloria de Dios de Israel es indicativo de juicio venidero, y el retorno de su gloria es indicativo de restauración futura.
Autor. Ezequiel. Como Jeremías, Ezequiel era a la vez un sacerdote y profeta. Fue llevado cautivo junto con el rey Joaquín por Nabucodonosor como diez años antes de la destrucción de Jerusalén. Su hogar fue en Telabib, en Babilonia.
Allí ministró a los desterrados, quienes en su mayoría resistían a sus palabras, adhiriéndose a la esperanza falsa de un regreso rápido. La tradición dice que fue asesinado por uno de los desterrados a quien había reprendido por idolatría.
Época. Los acontecimientos históricos registrados en este libro abarcan un período de veintiún años entre 595 y 574 a.C.
Bosquejo del libro de EZEQUIEL
- I. El llamamiento del profeta (1 — 3)
- II. La suerte de Jerusalén y de la nación (4 — 24)
- III. Profecías en contra de las naciones (25 — 32)
- IV. La restauración de Israel (33 — 48)