Isaías y Jeremías, ambos llevaron mensajes de condena al Israel apóstata. Pero mientras el tono de Isaías era vigoroso y severo, el de Jeremías era moderado y suave.
El primero lleva una expresión de la ira de Jehová en contra del pecado de Israel; el último, una expresión de su pesar por causa de eso.
Al reprender a Israel, Isaías mojó su pluma en fuego; Jeremías la suya en lágrimas. Después de su denuncia de la iniquidad de Israel, Isaías prorrumpió en exclamaciones de gozo al ver la perspectiva de la restauración venidera.
También Jeremías vislumbró el mismo suceso feliz; pero no fue suficiente para enjugar sus lágrimas o despejar la niebla de su pesar por el pecado de Israel. Por causa de este último hecho, a Jeremías se le ha conocido como “el profeta de las lágrimas”.
El siguiente servirá como tema de su libro: El amor inmutable de Jehová hacia su pueblo apóstata y su tristeza por la condición de ellos.
Autor. Jeremías. Era hijo de Hilcías, un sacerdote de Anatot, en tierra de Benjamín. Fue llamado al ministerio cuando aún era joven (1:6), en el año decimotercero del rey Josías, como setenta años después de la muerte de Isaías.
Más tarde, probablemente por causa de la persecución de parte de su pueblo y hasta de su propia familia (11:21; 12:6), salió de Anatot y vino a Jerusalén. Allí y en otras ciudades de Judá, sirvió en su ministerio alrededor de cuarenta años. Durante los reinados de Josías y Joacaz se le permitió continuar su ministerio en paz, pero durante los reinados de Joacim, Joaquín y Sedequías sufrió severa persecución.
En el reinado de Joacim fue encarcelado por su valor al profetizar la desolación de Jerusalén. Durante el reinado de Sedequías, fue arrestado como desertor y permaneció en la cárcel hasta la toma de la ciudad, en cuyo tiempo fue puesto en libertad por Nabucodonosor, y se le permitió volver a Jerusalén.
A su regreso procuró disuadir al pueblo de que volviera a Egipto para escapar de lo que creían un peligro amenazante. No hicieron caso de sus apelaciones y emigraron a Egipto llevando consigo a Jeremías.
En Egipto continuó sus esfuerzos para que el pueblo se volviera a Dios. La tradición antigua dice que, enojados por sus continuas advertencias y reprensiones, los judíos le dieron muerte en Egipto.
Época. Desde el año 13 de Josías hasta la primera parte del cautiverio en Babilonia, que abarca un período de unos cuarenta años.
Bosquejo del libro de JEREMIAS
Por causa de la falta de orden cronológico en las profecías de Jeremías, es difícil hacer un análisis satisfactorio.
- I. Llamamiento y comisión de Jeremías (1)
- II. Mensaje general de reprensión a Judá (2 — 25)
- III. Mensajes más detallados de reprensión, juicio y restauración (26 — 39)
- IV. Mensajes después del cautiverio (40 — 45)
- V. Profecías respecto a las naciones (46 — 51)
- VI. Retrospección: el cautiverio de Judá (52)
- Antes de continuar el estudio de Jeremías, léase 2 Reyes 22 al 25, que presenta el antecedente histórico del libro.