Un líder no le hará ningún favor a su iglesia o su organización si se lanza al mundo sin un entendimiento real de quién es él mismo, y cual es el lugar hacia el que va.
La ignorancia acerca de sí mismo y la meta hacia la que se dirige, es una limitación que el líder se auto impone, y que le impedirá desarrollar su potencial total en el liderazgo.
Saber quien soy, me da la capacidad de identificar las deficiencias que están limitando mi vida, para que de esta manera, pueda trabajar en ellas y no sean obstáculos o “topes” para mi desarrollo personal.
Tener una meta, es definir claramente a donde quiero llegar, y cual es la forma en que debo actuar para lograrlo.
Peter Drucker relata que cuando él tenía trece años un maestro le preguntó a todos los de su clase: “En el futuro, ¿a dónde quieren llegar?”. Ninguno de ellos supo cómo responder.
Entonces el maestro dijo: “Yo no esperaba que ustedes fueran capaces de responder la pregunta, pero si para cuando sean adultos aún no han podido responderla, entonces podrían estar desperdiciando su vida.”
Tal pregunta no se refiere a cómo te va en la carrera, sino qué en cuanto a las metas que pones para tu vida. San Pablo tenía muy clara cual era su meta, y por eso dijo: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. (Fil. 3:14)
Calvin Miller, un líder cristiano que trabaja en el desarrollo del liderazgo, cuenta que cuando era niño, estaba fascinado con la vía férrea que pasaba cerca de su casa. En una ocasión su madre le comentó que había ingenieros que manejaban trenes durante más de ochocientos kilómetros en un solo día.
“Tiene que ser muy difícil poder llevar a un determinado lugar, trenes tan pesados durante distancias tan largas”, dijo Calvin, “sobre todo cuando se tiene que pasar por curvas y grandes montañas”. “No”, le contestó su madre, “porque los ingenieros sólo manejan manivelas y palancas; hacia donde van a llegar, es un asunto de los rieles”.
El líder efectivo es el que a través de su vida Dios hace de la gente ordinaria, gente extraordinaria.
Quien con sabiduría, tiende junto con su gente los rieles, y los compromete con una meta que les permita la trascendencia y el cumplimiento del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Esto le da significado a su misma vida y a la vida de sus seguidores, un porque vivir. También, el líder se convierte en el instrumento del Arquitecto Divino, siempre y cuando tenga los planos de lo que en ellos se quiere construir.
El resultado del liderazgo, es lograr cambios; así que el líder se debe inspirar en el modelo de Jesús, y de la misma manera, vivir entregado a sus seguidores, que por supuesto, quieren seguir a alguien que tiene claro a donde quiere ir.
¿Recuerdas el cuento infantil de “Alicia en el país de las maravillas”, ella llega al entronque donde el camino se divide en diferentes direcciones y pide la opinión del Gato Cheshire?.
“¿Gatito Cheshire … por favor podrías decirme cuál camino que debo seguir para salir de aquí?”. “Eso depende en gran parte adonde quieras llegar”, dijo el gato. “No importa mucho donde”, contestó Alicia. “Entonces, no importa el camino que tomes”, respondió el gato.
El felino sonriente del cuento dijo la verdad. Si no sabemos dónde queremos ir, cual es nuestra meta, cualquier camino puede llegar allá y estaremos desperdiciando nuestros talentos en la vida. Observa lo que mucha gente hace con su vida. Están muy ocupados, pero parece que finalmente no llegarán a ninguna parte.
Stephen Covey dice: “Un líder es uno que escala el árbol más alto, estudia toda la situación y grita: ¡Selva equivocada!”. Esto solo es posible a los líderes que han definido claramente cual es su destino, y como consecuencia de ello, pueden darse cuenta cuando se han apartado de la senda original.
¿Tienes clara la meta a la que quieres llegar?.