
Como ser una Persona Prudente
"En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente."
Proverbios 10:19
Menos es Más
Actualmente decimos el refrán "quien mucho habla mucho yerra" porque mientras más hablemos hay más posibilidades de ofender, cometer una imprudencia, exagerar, decir algo innecesario y hasta mentir.
Otro dicho popular dice "antes de poner su lengua en movimiento, ponga su cerebro en funcionamiento", es decir piense antes de hablar, medite en las consecuencias que puede tener una palabra ociosa. Cuántas veces nos ha sucedido qué contamos algo que hemos escuchado o hemos visto o hemos pensado y luego nos arrepentimos de haberlo hablado al ver las nefastas consecuencias que esas palabras han tenido.
Es increíble como una simple palabra puede producir mucho daño. La locuacidad es peligrosa. Hay personas que hablan y hablan por hablar, sienten la imperiosa necesidad de decir lo que piensan y sienten sin ningún límite, sin un mínimo de autodominio.
Es preciso aprender a dominar nuestra lengua. Es parte del dominio propio o templanza. La carne quiere expresarse, desahogarse, decirlo todo, lo que le cae mal, lo que le molesta, lo que vio, lo que escuchó, pero el Espíritu quiere ser prudente, controlado, no dañar, dar amor, cómo dicen ahora "apañar".
Esta palabra "apañar" significa "Resolver una situación difícil o problemática de manera provisional o para salir del paso." Es una ayuda momentánea, adecuada para el momento.
Si hemos de hablar utilizaremos palabras y frases que animen, que estimulen la fe, que levanten el ánimo, que den esperanza, evitando la amargura, la frustración, el enojo, la rabia, la venganza y todo sentimiento negativo.
Señala este proverbio que hoy nos ocupa que es prudente "refrenar los labios" o sea dominar nuestra lengua para no herir. Este autodominio y prudencia en el hablar es parte del desarrollo del discípulo de Jesucristo, que ha de ser medido en el hablar.
Estemos atentos en este día a lo que expresen nuestros labios para que toda palabra que salga de ellos sea de edificación y ánimo para los oyentes. Suele suceder que menos palabras son más constructivas que un largo discurso.
"En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente."