
ORAR COMO UN VENCEDOR
A un pastor, predicar o enseñar acerca de la oración le puede resultar atemorizante por diversas razones.
En primer lugar, tal vez el mismo pastor no se dé cuenta de que él no ora como debería. En segundo lugar, está muy seguro de que la mayor parte de las personas para las cuales está predicando tampoco oran como debieran.
Por tanto, dando por sentado que es probable que nuestra vida de oración sea un aspecto en el cual todos nosotros podemos mejorar, unámonos en este esfuerzo. En lugar de examinar lo que no hacemos, veamos lo que podemos hacer por la gracia de Dios.
En este capítulo queremos analizar el texto de Efesios 6.18 en siete segmentos ampliados con el fin de tener en cuenta las características críticas de la oración que nos capacitan para ser Vencedores en nuestra guerra contra Satanás.
En Efesios 6.10-18, el pasaje que hemos estado estudiando a lo largo de todo este libro, Pablo nos indica que nos revistamos de la armadura del Señor para que nos podamos mantener firmes contra los engaños y las estrategias del enemigo.
Llegamos ahora a la posdata de esta famosa sección de las Escrituras: «Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos» (v. 18).
En Efesios 6, Pablo dice con toda claridad que nos hallamos en medio de una guerra continua. Nuestro enemigo es Satanás, que ha usurpado el dominio sobre la tierra que nos corresponde por derecho a nosotros (Génesis 1.28) y reclamado para sí el título de príncipe del mundo. Como consecuencia, nosotros formamos ahora un movimiento de resistencia que vive en territorio ocupado por el enemigo.
Pero el Señor y Comandante nuestro está decidido a guiarnos en la lucha por recuperar lo que es nuestro por derecho. Esto significa que estamos en medio de una titánica batalla contra poderes y principados invisibles que están decididos a apartarnos de Dios y obligarnos a utilizar nuestros raquíticos recursos.
La oración es nuestra línea de comunicación, nuestra cuerda salvavidas que nos conecta con nuestro Líder, dándonos su fortaleza y dirección día tras día. Esta es la razón por la cual Pablo dedica un espacio especial a la oración después de hablarnos de la armadura del creyente.
Describe todos estos instrumentos de guerra casi de pasada, con unas pocas palabras o una sencilla frase. En cambio, ahora va más lento para presentarnos una sólida doctrina sobre la oración en un total de veintiuna palabras.
Si tienes alguna duda acerca de lo importante que es la oración, te recomiendo que tengas en cuenta el alto lugar que ocupaba en la vida y el ministerio del Señor. He aquí la descripción que hace de ella S. D. Gordon:
La oración no solo era un hábito regular suyo, sino que recurría a ella en todas las emergencias, tanto si eran de poca importancia como si eran graves. Cuando se sentía perplejo, oraba. Cuando sentía la presión del trabajo, oraba. Cuando tenía hambre de comunión, la encontraba en la oración.
Escogió a sus colaboradores y recibió sus mensajes de rodillas. Si era tentado, oraba. Si lo criticaban, oraba. Si tenía fatiga en el cuerpo o tristeza en el espíritu, recurría a su hábito continuo de orar.
La oración le daba un poder sin límites desde el principio, y se mantenía fluyendo sin cesar y sin menguar. No había emergencia, dificultad, necesitad ni tentación que no lo hiciera acudir a la oración [. . .] ¡Cuánto significaba la oración para Jesús!
Aunque Jesús ya no está físicamente en la tierra, la oración es decir, la comunicación con el Padre sigue siendo importante para Él. ¿Sabes lo que está haciendo en este mismo momento en el cielo? ¡Está a la diestra de Dios Padre intercediendo por nosotros! (Romanos 8.34).
Si el Señor Jesús consideraba tan importante para Él mismo la oración, y ha estado intercediendo por nosotros en el trono de Dios durante los últimos dos mil años, tal vez aquellos de nosotros que seamos menos que diligentes en nuestra vida de oración, nos debamos detener para preguntarnos: ¿acaso no nos estamos perdiendo algo?