
SE NOS MANIFESTÓ LA VIDA
"porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó"
1 Juan 1:2
A los apóstoles se les manifestó en Cristo la vida eterna (Divina). A nosotros en el Espíritu Santo hemos podido ver y sentir a Jesucristo. ¡Alabado sea el Señor! Amén.
Los hermanos Juan y Jacobo (Santiago) fueron llamados al discipulado por Jesús siendo pescadores, con la promesa de que se convertirían en pescadores de almas: "Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres." (Marcos 1:17)
Es probable que no hayan entendido la profundidad del llamado de Jesucristo y que fueron movidos por la curiosidad y por la enorme atracción de la personalidad de Jesús.
Hoy día se diría que tenía una personalidad carismática: "Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas." (Mateo 7:28-29)
Pero paulatinamente el joven Juan, un muchacho al que Jesús prodigaba un cariño casi paternal, "el discípulo amado", de poco fue comprendiendo que Jesús era más que un líder que venía a liberar a Israel del yugo opresor, que Jesús era más que un rabí, un maestro de Israel, hasta que le fuese revelado, como a Pedro, que Él era el Hijo del Dios viviente: "El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." (Mateo 16:15-16)
Juan entendió que "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres." (Juan 1:4)
Anciano ya, nos cuenta que esa vida sobrenatural, esa vida de lo alto, esa vida que venía de Dios, esa vida de otro mundo se había manifestado a ellos, los discípulos de Jesús.
Es interesante pensar que algo similar nos ha pasado a nosotros, aunque no hemos conocido a Cristo físicamente sino espiritualmente. Al principio puede haber sido un cambio de religión o empezar a tener fe después de haber sido agnóstico o seguir la tradición cristiana de la familia,
Mas a medida que fuimos creciendo en la fe y en el conocimiento de Dios por medio de la oración y la lectura de la Palabra de Dios, se nos fue revelando ese Señor del universo, ese Maestro de maestros, nuestro Salvador Jesucristo.
Mientras más vivimos en Cristo mejor le conocemos. Con nuestras caídas y Su perdón aprendemos a conocer la gran paciencia y sabiduría que Él tiene. Con nuestros dolores y pérdidas aprendemos del sufrimiento, una herramienta que Él utiliza no para torturarnos sino para darnos crecimiento espiritual, para que veamos más allá de nuestros cuerpos y de la materia, veamos Su eternidad y nos aferremos a Él.
Con aquello que llamamos "fracaso" pues siempre aspiramos al éxito, aprendemos a ser humildes y a entregarnos a Su voluntad, renunciando a nuestros sueños pues deben prevalecer no los nuestros sino Sus sueños, Sus propósitos en nuestra vida.
Sí, la Vida fue manifestada, la Vida de lo alto y esa Vida nos tocó y nos sigue tocando el alma y el espíritu. Ya nada nos puede separar de Su amor y Su llamado. Esta vida es pasajera, la Vida que Él nos da es eterna y muy superior.