Examen ginecológico general: Incluye palpación de útero y ovarios a través del abdomen con el fin de descubrir quistes, fibromas o inflamaciones. Además, el especialista debe palpar las mamas y efectuar el famoso "papanicolau". Lo ideal es realizarlo una vez al año.
Autoexamen de piel: Teniendo en cuenta que el cáncer de piel es el que más ha crecido en los últimos tiempos, este examen es particularmente importante en mujeres de piel blanca, con pecas y lunares. Se trata de advertir cambios en la textura y coloración de la piel y en el tamaño de los lunares.
Ecografía ginecológica: Es un estudio de rutina destinado a evaluar el estado de los ovarios, las trompas de Falopio y el útero. Se recomienda cuando el examen ginecológico arroja alguna sospecha o la paciente manifiesta pérdidas exageradas durante la menstruación.
Chequeos hormonales: En caso de sobrepeso inexplicable, pérdida de entusiasmo o aumento del volumen del cuello, es necesario recurrir a una prueba de laboratorio para determinar el funcionamiento de las hormonas ováricas o tiroideas. En personas con predisposición a la hiper o hiposecreción hormonal, los análisis se hacen dos veces por año a partir de la detección del problema.
Control de la tensión arterial: Hasta hace poco, los ataques de hipertensión eran típicos del sexo masculino. Pero, con los cambios en los hábitos de alimentación, el estrés y el cigarrillo, las mujeres corren igual riesgo que los varones. Por lo tanto, aquellas personas que registren antecedentes de familiares hipertensos en su familia, deben hacerse un chequeo cada seis meses.