La Clave para la Resurrección
A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. Filipenses 3.10–11
La resurrección de Jesucristo es uno de los hechos más cuidadosamente estudiados y mejor atestiguados de la historia. Los enemigos del evangelio desde la época de los apóstoles hasta hoy han tratado desesperadamente de impugnar el testimonio ocular de la resurrección de Jesús. Pero no han sido capaces de hacerlo, ni lo serán.
Sin embargo, es vital observar que la predicación de la iglesia primitiva se enfocó tanto en la muerte de Cristo como en su resurrección
Sin embargo, es vital observar que la predicación de la iglesia primitiva se enfocó tanto en la muerte de Cristo como en su resurrección. Pablo escribió: «Nosotros predicamos a Cristo crucificado» (1 Corintios 1.23).
«Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado» (2.2). «Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gálatas 6.14).
¿Por qué puso Pablo tanto énfasis en la muerte de Cristo, en vez de siempre hacer hincapié en el triunfo de la resurrección por sobre su muerte? Porque, de nuevo, sin la obra expiatoria de Cristo hecha en la cruz, su resurrección no sería más que una maravilla para mirar y admirar.
Pero no tendría consecuencias personales para nosotros. Sin embargo, «si hemos muerto con Cristo», es decir, si Él murió en nuestro lugar, entonces «creemos que también viviremos con él» (Romanos 6.8).
Debido a la muerte que Él murió, sufriendo el castigo del pecado por nosotros, también nos convertimos en partícipes con Él en su resurrección. Así que no se le ocurra pasar por alto el significado de la muerte de Cristo al celebrar la resurrección. Es la cruz la que da sentido a la resurrección.