CUANDO TENEMOS miedo Oraciones de Charles Stanley
No temas, porque yo estoy contigo;
No desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
Siempre te ayudaré,
Siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
—ISAÍAS 41:10, RVR1960
Padre, cuán agradecido estoy por Tu inmenso amor y porque estás conmigo en este momento cuando necesito el consuelo que solo Tú puedes darme.
Tengo miedo. Tengo mucho miedo. No obstante, Tú conoces todo sobre mis temores, cuánto me afectan, dónde se originan en mi corazón y mi mente y cómo finalmente me paralizan de avanzar por caminos importantes. Gracias, Padre, por ayudarme a superar mis temores y ofrecerme Tu paz y seguridad.
Padre, es asombroso cómo situaciones como las que estoy enfrentando pueden derribarme y desequilibrarme. Sé que eso sucede porque me siento débil y asustado cuando me falta control. Sin embargo, reconozco que cuando lucho con esos miedos, en el fondo existen por lo que creo acerca de Ti. Estoy centrado en mí mismo y en los desafíos en lugar de centrarme en Ti.
Por lo tanto, revélame, por favor, la raíz de mis temores y por qué existen. Señor, quita las mentiras que creo y los problemas que impiden que acepte completamente quien eres. Continúa dándome las fuerzas y la valentía mediante Tu Palabra.
Confórtame con Tu cercanía y tranquilízame con Tu presencia constante. Enséñame sobre quién eres para que pueda mantenerme firme contra los temores y declarar por fe: «¡Mi Dios es más sabio, más amoroso y más poderoso que cualquier problema que pueda enfrentar!». Ayúdame a centrarme en Tu carácter infalible y Tus principios vivificantes para que pueda ser valiente, una persona que obedece y que es agradable delante de Ti en todo sentido.
Padre, estoy agradecido porque Tu deseo es que yo sea libre y no dejarás que permanezca en la esclavitud: no deseas que sea esclavo de mis temores. Anhelas que disfrute la vida abundante que creaste para mí. Por lo tanto, Tú sacas a la luz mis temores para liberarme de ellos y que yo sea libre.
Así que dispondré mi corazón a creerte y diré cómo David:
En el día que temo,
Yo en ti confío.
En Dios alabaré su palabra;
En Dios he confiado;
No temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre? [. . .]
En Dios he confiado;
No temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre? [. . .]
Porque has librado mi alma de la muerte,
Y mis pies de caída,
Para que ande delante de Dios
En la luz de los que viven. (Salmos 56:3-4, 11, 13, RVR1960)
Te bendigo y alabo por Tu bondad y la paciencia con que sanas mis heridas. Gracias, Padre, porque puedo tener la victoria sobre mis miedos por ser quien eres y por lo que has prometido. Dijiste que puedo tener confianza porque Tú serás mi Dios, siempre estarás conmigo y me protegerás con la diestra de Tu justicia.
Eres el Dios omnipotente y omnisciente que me defiende. ¡En verdad, eres digno de todo el honor, la gloria, el poder y la alabanza! Además, mi alma descansa segura y en paz gracias a Ti.
En el nombre de Jesús, te lo pido. Amén.