Nunca pierdas la esperanza, por ningún motivo. Siempre ten fe en que existirán nuevas oportunidades. En que podrás ver la luz, en que las puertas volverán a abrirse para ti. Jamás dejes de creer, de soñar, de intentarlo, porque a veces perdemos más por quedarnos estancados agobiándonos en lugar de seguir luchando. No bajes la mirada, no te quedes ahí pensando en lo miserable que eres por haber perdido algo. Levántate, sigue en pie. Mantén la frente en alto y ten en cuenta que aprendiste de ese mal momento y que te hiciste más fuerte gracias a él. Puede que te haya hecho daño, pero te convertiste en alguien mejor, y nadie te detendrá.