Señor, supremo y santo, manso y humilde,
Tú me has traído al valle de la visión,
en donde vivo en las profundidades pero te veo en las alturas;
rodeado de montañas de pecado contemplo tu gloria.
Hazme aprender por medio de esta paradoja
que el camino hacia abajo es el camino hacia arriba,
que ser humilde es ser supremo,
que el corazón quebrantado es el corazón sanado,
que el espíritu contrito es el espíritu que se regocija,
que el alma arrepentida es el alma victoriosa,
que no tener nada es poseerlo todo,
Que llevar la cruz es ponerse la corona,
Que dar es recibir
Que el valle es el lugar de visión.
Señor, durante el día las estrellas se pueden ver desde los pozos más profundos,
Y cuanto más profundos los pozos más brillan las estrellas;
Permíteme encontrar tu luz en mi oscuridad,
tu vida en mi muerte,
tu gozo en mi tristeza,
tu gracia en mi pecado,
tus riquezas en mi pobreza,
tu gloria en mi valle.
El Valle de la Visión
En esos días cuando la vida es especialmente dura, y las cosas no salen como uno espera, piense en las palabras de este poema.
