Le pedí a Dios que me diera éxito
En la tarea sublime que me esforzaba por hacer para Él;
Le pedí que los obstáculos se redujeran
Y que mis horas de debilidad fueran menos;
Le pedí escalar alturas distantes y encumbradas;
Y ahora con humildad le agradezco porque fracasé.
Porque con el dolor y la tristeza me vino
Una dosis de ternura en pensamiento y acción;
Y con el fracaso vino una simpatía
Una perspectiva que el éxito nunca me hubiera dado.
Padre, hubiera sido necio y engreído
Si tú me hubieses concedido mi pedido ciego.
Le Pedí a Dios
Hay veces que los fracasos nos aportan una gran lección: Una perspectiva que el éxito nunca nos hubiera dado.