
No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. / Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel. / Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.” (Miqueas 5:2-4)
“No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Es uno de los textos bíblicos que más ha impresionado mi vida. Es imposible vivir sin alimento. Su carencia nos debilita, enferma, mata, salvo que lo hagamos como una práctica ascética, el ayuno, como una forma de acercarnos a Él en el desierto espiritual. Mas no podrá ser prolongado. Un conocido evangelista no se atrevió a traspasar los límites del Maestro y sólo alcanzó a los 39 días.
Tenemos hambre de Dios, hambre de esa Persona, hambre de aquel Espíritu, hambre del Soberano, del Absoluto que es Él. No podemos sostenernos espiritualmente si no participamos de ese Pan vivo que es Jesucristo, Pan descendido del cielo.
No es casual que el nombre de la ciudad natal de nuestro Salvador, Belén, signifique en su lengua original “casa del pan”. Nacería en aquella ciudad de medio oriente Aquel que luego se presentaría como el Pan de Vida. De este Hombre Dios somos alimentados todos quienes le hemos aceptado y recibido como Señor y Maestro, los que ahora formamos parte de Su Cuerpo y somos células vivas de Él.
Los profetas anunciaron que el Mesías nacería en Belén. Esta ciudad siempre ha estado registrada en la historia y en el sentimiento de muchos pueblos y grupos religiosos. Innumerables aldeas, ciudades y regiones de otros países llevan el nombre de Belén en memoria de esta ciudad. En sus orígenes la población pertenecía a la tribu de Judá. El primer acontecimiento notable es que fue la cuna del rey David, personaje que daría una gran fuerza política al naciente reino de Israel y bajo el cual el reino adquiriría un gran esplendor.
BELÉN, CIUDAD DE DAVID
En Belén vio la luz el rey David. El profeta Samuel buscaba un nuevo rey para Israel. Dios lo envió a una familia cuyo padre era Isaí. “David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada, y tenía ocho hijos.” (1 Samuel 17:12)
Narra la Biblia como fue ungido el pastorcillo David como futuro rey del pueblo escogido por Dios: “El Señor le dijo a Samuel: /¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos. / ¿Y cómo voy a ir? respondió Samuel. Si Saúl llega a enterarse, me matará. Lleva una ternera dijo el Señor, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. / Invita a Isaí al sacrificio, y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga. / Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Pero cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo lo recibieron con mucho temor. /¿Vienes en son de paz? le preguntaron./ Claro que sí. He venido a ofrecerle al Señor un sacrificio. Purifíquense y vengan conmigo para tomar parte en él. /Entonces Samuel purificó a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. / Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «Sin duda que éste es el ungido del Señor.» / Pero el Señor le dijo a Samuel: /No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. / Entonces Isaí llamó a Abinadab para presentárselo a Samuel, pero Samuel dijo: /A éste no lo ha escogido el Señor. / Luego le presentó a Sama, y Samuel repitió: Tampoco a éste lo ha escogido. / Isaí le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel le dijo: /El Señor no ha escogido a ninguno de ellos. / ¿Son éstos todos tus hijos? /Queda el más pequeño respondió Isaí, pero está cuidando el rebaño. /Manda a buscarlo insistió Samuel, que no podemos continuar hasta que él llegue. / Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: /Éste es; levántate y úngelo. / Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.” (1 Samuel 16:1-13)
David, el hijo más joven de Isaí, fue ungido rey de Israel por Samuel.
BELÉN, CIUDAD DEL RETOÑO
Isaí es el "tronco", padre del rey David y base del árbol de familia de Jesucristo. Que se le represente como un tronco, significa que ese árbol está muerto, que el poder político terrenal de la casa de David ya ha muerto.
Anuncia el profeta Isaías:
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. /Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. / Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; / sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. / Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. / Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. / La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. / Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. / No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar./ Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.” (Isaías 11:1-10)
“Retoño” significa vástago o tallo que echa de nuevo la planta. Se dice “ya han empezado a salirle retoños a los rosales.” Otra acepción es la de hijo de una persona, especialmente si es pequeño. Decimos “todos los días saca a pasear a su retoño” “Retoñar” es volver a echar vástagos la planta; reproducirse, volver de nuevo lo que había dejado de ser o estaba amortiguado.
El "retoño" es una persona que viene de la familia de Isaí y del rey David. “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” (Apocalipsis 22:16)
BELÉN, CIUDAD DEL SALVADOR
Lo anterior llevaría a que la ciudad fuese nueve siglos después del siglo X AC, en que gobernó David, asociada a otro gran personaje argumentado como su descendiente; Jesús (San Lucas 2:4-15)
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, /diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (San Mateo 2:1,2).
Jesús nació en Belén debido a que José, su padre, esposo de la virgen María, era descendiente de David. Como el país se hallaba bajo la dominación del imperio romano, sus habitantes debían acudir a su ciudad de origen para empadronarse, con el propósito que la potencia ocupante elaborase un censo de toda la población. “Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David” (San Lucas 2:4 )
Fue profetizado con siete siglos de anticipación el nacimiento virginal de Jesús, por boca del profeta Isaías: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel.” (Isaías 7:14). Emanuel significa “Dios con nosotros”.
En Belén Dios se hizo Hombre y se acercó a nosotros. En Belén la Divinidad se vistió de Humanidad, bajo a nuestro nivel para salvarnos, para rescatarnos de las tinieblas y trasladarnos al Reino de Su Amado Hijo.
No veneramos una ciudad ni las cosas que la forman, pero existen poderosas razones para nuestra fe al identificar esta ciudad. Nuestro Salvador no es un dios abstracto ni inventado, sino un personaje histórico y real, con una madre y un padre que vivieron en Israel, con una genealogía y una pertenencia a un pueblo.
Jesucristo nació en Belén en días del rey Herodes; no es un personaje de ficción sino un ser de carne y hueso, un Hombre real. De allí la importancia de identificar su ciudad natal, Belén Efrata, la “casa del pan”.
© Pastor Iván Tapia Contardo
Publicado: Editado: 13057