En Búsca de la Felicidad
"Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón". —JEREMÍAS 29.13
Usted comenzó la Gran Búsqueda el momento en que nació. Quizás pasaron muchos años hasta que lo comprendió, antes de que fuera evidente que estaba constantemente en busca de algo que jamás había tenido, algo que era más importante que cualquier cosa en la vida.
A veces ha tratado de olvidar la búsqueda. A veces ha intentado perderse en otras cosas para que solo le quede tiempo y pensamientos para el asunto que tiene a mano. A veces quizás hasta ha sentido que ya es libre de la necesidad de seguir buscando ese algo sin nombre. Pero siempre se ha visto envuelto de nuevo en la búsqueda. Siempre ha tenido que volver a ella.
NO ESTÁ SOLO
En los momentos más solitarios de su vida usted ha mirado a otros hombres y mujeres y se ha preguntado si ellos también están buscando, si están buscando algo que no pueden describir pero saben que quieren y necesitan. Quizás al mirarlos pensó: Estas personas ya no están en la Gran Búsqueda. Han encontrado el camino.
¡No es cierto! Usted no está solo. Todas las personas están viajando con usted, porque todas están en la misma búsqueda. Todas las personas buscan la respuesta a la confusión, a la enfermedad moral, al vacío espiritual que oprime al mundo. Todos estamos clamando por orientación, por consolación, por felicidad, por paz.
Nos dicen que vivimos en la «edad de la ansiedad». Pocas veces en la historia las personas se han enfrentado a tanto temor e incertidumbre. Todos los apoyos familiares parecen haber caído derribados debajo de nosotros. Hablamos de paz pero nos confronta la guerra y el terrorismo a cada instante. Inventamos proyectos elaborados para la seguridad pero no la hemos hallado. Nos tomamos de cualquier cosa, y al momento desaparece.
Por generaciones, hemos estado corriendo como niños asustados, primero por un callejón oscuro y luego por otro. Y cada vez que esto ha pasado nos hemos dicho: Este camino es el correcto; esto nos llevará a donde queremos ir. Pero siempre hemos estado equivocados.
LA ILUSIÓN DE LA FELICIDAD
Todos reconocemos que el mundo ha cambiado de manera radical en los últimos cien años. Estamos al tanto de su ritmo acelerado, del espíritu de revolución que está arrasando con las barreras establecidas y las tradiciones, la rapidez con la que el idioma, las modas, las costumbres, las viviendas y nuestra manera de vivir y pensar se alteran.
Nuestro mundo materialista sigue apresurado en su eterna búsqueda de la felicidad. Sin embargo, mientras más conocimiento adquirimos, menos sabiduría parecemos tener. Mientras más seguridad económica tenemos, más aburridos e inseguros nos sentimos.
Mientras más disfrutamos de los placeres cotidianos, menos satisfechos y contentos estamos con la vida.
Somos como un mar inquieto que lanza sus olas hacia un poco de paz aquí y un poco de placer allá pero sin hallar un lugar donde quedarnos que sea permanente y satisfactorio. Pero dentro de nosotros una pequeña voz nos sigue diciendo: No tiene por qué ser así; nos hicieron para cosas mejores.
Tenemos la sensación de que en algún lugar debe haber una fuente que contenga una felicidad que haga que la vida valga la pena. A veces sentimos que la hemos obtenido, solo para darnos cuenta luego de que es evasiva y nos deja desilusionados, atolondrados, infelices y todavía buscando.
Hay dos clases de felicidad. Una nos llega cuando las circunstancias son placenteras y estamos relativamente libres de problemas. El inconveniente con esta clase de felicidad es que es fugaz y superficial. Cuando las circunstancias cambian, y esto es inevitable, esta clase de felicidad se evapora como la neblina de la mañana en el calor del mediodía. (Ver: Qué dice la Biblia de la Felicidad)
Pero hay otra clase de felicidad, la que todos hemos estado anhelando y buscando. Esta segunda clase de felicidad es paz y gozo internos y duraderos que sobreviven a cualquier circunstancia. Es una felicidad que perdura, no importa lo que enfrentemos. Es curioso, pero puede que aumente en la adversidad. (Ver: La Adversidad Expone lo Mejor de Ti)
A la felicidad que nuestro corazón desea no la afecta ni el éxito ni el fracaso, mora muy adentro de nosotros y nos da paz y contentamiento interiores, no importa cuál sea el problema en la superficie. Es el tipo de felicidad que no necesita ningún estímulo exterior.
Esta es la clase de felicidad que necesitamos. Esta es la felicidad por la que nuestras almas claman y buscan sin descanso. ¿Hay esperanza de obtener esta clase de felicidad? ¿Hay alguna salida de nuestro dilema? ¿Podremos hallar la paz personal?
¡Sí! Pero solo si la buscamos donde la debemos buscar.
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