MARTA, MARTA | Predicas Cristianas |
"Marta, Marta —contestó el Señor—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor y nadie se la quitará". Lucas 10:38-42
El corazón–sólo a medias conquistado por la paz de Cristo–será fácilmente echado de uno a otro lado cuando sea asaltado por los «afanes de este mundo». Marta viene ante nosotros aquí como una que está atosigada y angustiada por su trabajo.
Una sierva fatigada, cargada, a punto de hundirse. Lo que para ella era un deber a venido a ser un fastidio. Aquí tenemos un sano alimento para cada siervo de Cristo. Marta:
I. Recibió a Jesús. «Marta le recibió en su casa.» Siendo quizá la mayor en la casa, sería suyo el deber de recibir a huéspedes en la casa. El hecho de que lo recibiera es la prueba de la fe de ella en Él. Es vano y presuntuoso que hablemos de nuestra fe en Cristo si en realidad no lo hemos recibido en la casa del corazón (cf. Jn. 1:12).
II. Se sentaba a sus pies. «Tenía una hermana que se llamaba María, que TAMBIÉN sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra» (Lc. 10:39, BAS margen). Esta palabra, también, demuestra de cierto que Marta se había sentado y escuchado sus palabras, como María. La fe que recibe a Cristo querrá ciertamente conocer su voluntad.
Éste es el segundo paso en la vida cristiana: aprender. «Venid a mí, y yo os haré descansar. Aprended de mí, y hallaréis descanso» (Mt. 11:28, 29).
III. Era una obrera activa. Se afanaba con «muchos quehaceres». No era uno de estos cristianos esponjas que sólo hacen que absorber. Hay muchos cuya única concepción de la vida cristiana es escuchar. Marta no era solo una oyente, sino también ejecutante. Había dado oído a sus palabras, y quería servirle.
El servicio de ella, además, no era un servicio ordinario. Había planeado hacer mucho. El propósito honrado y fervoroso de su corazón generoso era hacer mucho para la honra de Jesús.
IV. Se acongojó por su trabajo. «Marta se preocupaba con muchos quehaceres». Tersteegen ha dicho: «No debemos estar siempre buscando, debemos en ocasiones haberle encontrado a Él. El buscador trabaja activamente; el que halla goza quietamente».
Siempre que la obra del Señor atrae sobre nosotros la la ansiedad de la «preocupación y congoja», podemos tener la seguridad de que de una u otra forma nos hemos salido del yugo de Cristo, porque Él dice: «Mi yugo es cómodo, y mi carga ligera». «Llevad mi yugo sobre vosotros… y hallaréis descanso para vuestras almas».
V. Comenzó a quejarse. «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude». El obrero afanado y acongojado pronto se verá en las filas de los quejumbrosos. La gran tarea de Marta de «muchos quehaceres» era voluntaria, y ella, como sucede con todos en circunstancias similares, pronto se sintió cargada y fatigada.
La obra dada por Dios nunca será agotadora cuando se hace en su fuerza. Pero observemos para crédito de Marta que se quejó no a su hermana, sino a su Señor.
Los acongojados y quejumbrosos obreros que están de continuo derramando sus quejas en oídos de sus compañeros de servicio deberían sentirse avergonzados y corregidos de su cobardía por el directo heroísmo de Marta. ¿Te atreverás a ser honrado y a decir como ella: «Señor, ¿no te importa...?». Soluciona la cuestión dela ansiedad con tu Señor.
Encuentra en su presencia si tu acosadora ansiedad acerca de su servicio le es agradable a Él, o si no hay alguien que Él podría invitar a acudir a ayudarte, o si quizá no estás «preocupado y acongojado» por cosas en que el Señor no está interesado.
VI. Fue reprendida por el Señor. «Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, estás preocupada y acongojada con muchas cosas. Pero sólo una es necesaria.» No es un honor para el Príncipe de Paz que el corazón de sus siervos estén llenos de agitación acerca de sus negocios. «Mi paz os dejo, mi paz os doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Jn. 14:27). «Deseo, pues, que estéis sin congoja » (1 Co. 7:32). «No os afanéis [ansiosamente] por vuestra vida.» Vuestro Padre celestial sabe (Mt. 6:25; véase también v. 8).
Si el Señor hubiera ordenado a María que fuera a ayudar a Marta, la habría justificado en parte en su queja, pero, no, sino que en sustancia vino a decir: «Te estás sobrecargando. La cosa que necesitas no es una ayuda, sino un corazón reposado».
María había escogido la buena parte, y Él no se la va a quitar. Hay muchos hoy en día Mateos, así como Martas, cuyos rostros tienen los rasgos de un corazón preocupado y angustiado, aunque estén tratando de servir a Jesús. «Preocupados con muchos quehaceres». Echa toda tu ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ti. Reposa en el Señor.