TIPOS DE CRISTIANOS Predica cristiana de James Smith
Génesis 49
Ésta es la bendición profética de Jacob cuando se estaba muriendo: «Os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros».
Enseñado por el Espíritu Santo, puede declarar las consecuencias que con seguridad seguirán ciertas bien definidas características que ya habían aparecido en su propia familia.
Los rasgos de los hijos de Jacob, con sus resultados, todavía se están manifestando entre los hijos de Dios. Aún tenemos con nosotros a los:
I. Inestables Rubenes. Rubén tenía muchas excelencias, «principal en dignidad y poder», el primogénito e hijo de gran esperanza, pero, siendo «impetuoso como las aguas», no fue superior.
Rubén es figura de aquellos cristianos que tienen muchos excelentes dones, pero que tienen un pecado gravoso que obra como una mosca en el ungüento.
El pecado de Rubén le costó sus derechos de primogenitura (1 Cr. 5:1). El pecado siempre engendra inestabilidad y conduce a la pérdida de lo que debiera pertenecernos: de poder y progreso espiritual. Estad firmes.
II. Obstinados Simeones y Levíes. «En su furor mataron hombres, y en su temeridad desjarretaron toros.» Jacob tuvo que decir de ellos: «Me habéis turbado» (Gn. 34:30
).
¡Cuánta de la dificultad que nos sobreviene a nosotros, y a otros, tiene su raíz y causa en la misma mala fuente, LA VOLUNTAD PROPIA. No es maravilla que Jacob dijera: «En su consejo no entre mi alma».
La conducta de estos hijos llevó a división y esparcimiento (Gn. 49:7). Siempre hay los frutos de un espíritu egoísta. Dejemos que el maldito egoísmo vaya a la cruz. «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado» (Sal. 40:8).
III. Alabadores y valientes Judás. Judá quiere decir «alabanza de Jehová». Judá es un cachorro de león. «No será quitado el cetro de Judá.» El cristiano que alaba y es valiente siempre poseerá el cetro del poder.
Como Judá, podremos poner el pie de la victoria sobre el pescuezo del enemigo cuando tengamos más de la naturaleza del león de la tribu de Judá en nuestras vidas y la alabanza de Jehová en nuestros labios.
El cetro del poder espiritual se ha apartado de muchos cristianos que una vez eran como Judá, debiéndose la pérdida a cobardía e infidelidad a Dios. Los verdaderos Judás son siempre guiadores (Nm. 10:14).
IV. Consoladores Zabulones. «Zabulón será para puerto.» Las palabras significan «morada», o lugar de refugio para los afligidos. «Su limite fue hasta el mar».
Este hijo de Jacob puede ser tomado como representante de los modernos hijos de consolación, prontos a ofrecer una mano de ayuda o palabra de consuelo a almas que, como barcos, buscan refugio de la tempestad abrumadora.
Los Zabulones están siempre en gran demanda. El ministerio de la bondad es siempre aceptable. «¡Consolad, consolad a mi pueblo!, dice vuestro Dios» (Is. 40:1; Mt. 5:9), «Bienaventurados los pacificadores»
V. Tímidos y abatidos Isacares. «Vio que el descanso era bueno, y que la tierra era deleitosa», y, temeroso de ofender al enemigo, «bajó su hombro para llevar, y sirvió en tributo». Y así el padre moribundo lo caracteriza como «asno fuerte».
Fuerte, pero estúpido; uno que posee el poder, pero, por temor al hombre, es entrampado y esclavizado. Isacar ilustra a aquellos que, aunque tienen toda la fortaleza de Cristo a su disposición, con todo, permanecen tímidos y débiles e impotentes, sometiéndose al yugo de toda pasión, esclavos del mundo, asnos fuertes.
VI. Astutos y arteros Danes. «Dan… juzgará… Será víbora…, que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia atrás al jinete.» Esto es trato callado y personal. Dan puede representar a aquellos cristianos que tienen la sabiduría de la serpiente, o más bien el hábito disimulado de la víbora, para saber cómo abatir la soberbia del enemigo.
Los danitas espirituales pueden discernir y juzgar. Saben aplicar la verdad, de modo que los enemigos de Dios son humillados. Los tales pueden servir a Dios mejor por medio del trato personal.
VII. Vencedores Gades. Gad será acometido, «mas Él acometerá al fin». Todo cristiano que quisiera ser un Gad vencedor debe Él mismo ser vencido primero. Tenemos que ser vencidos si deseamos ser victoriosos en la causa de Dios.
Aquellos que vencen por la sangre del Cordero han sido vencidos por la sangre del Cordero. Las vidas vencidas por la gracia de Dios se convierten en vencedores por la gracia.
VIII. Dichosos Aseres. Aser quiere decir «bienaventurado». «Su pan será sustancioso, y Él dará deleites al rey.» Es figura de aquellos bienaventurados, tan pocos en número, que están ellos mismos satisfechos con buenas cosas, y que pueden sacar de sus tesoros bocados exquisitos para otros.
Han recibido las inescrutables riquezas de Cristo; están llenos de la plenitud de Dios, y así pueden dar benévolas porciones a otros. Aquellos que no comen cosas sustanciosas gemirán en su magrez.
IX. Gozosos Neftalíes. «Cierva suelta, que pronunciará dichos hermosos.» La cierva feliz que brinca después de escapar del cautiverio, y ahora con sus hermosas astas, es una figura apta de esos cristianos alegres y gozosos que siempre se deleitan en la libertad con la que Cristo los ha hecho libres. Siguen gozándose en su primer amor; sus palabras son hermosas, y su apariencia es atractiva.
X. Fructíferos Josés. «Rama fructífera es José, cuyos vástagos se extienden sobre el muro». Aquí tenemos la figura de un cristiano ideal. Como rama permaneció junto al muro, manteniendo contacto con la fuente suministradora.
Era fructuoso, evidencia de que como rama estaba plenamente satisfecho. Le asaetearon, fue perseguido por causa de la justicia. Los que son fructíferos para Dios, serán aborrecidos por los impíos. Sus sarmientos pasaron por encima de la pared.
La vida fructífera es una bendición a otros, aun a aquellos que están fuera del muro de la salvación. Su rama permanece en fortaleza. El poder para servicio continúa mientras permanezcamos junto al muro.
XI. Descontentos Benjamines. «Benjamín es lobo arrebatador; comerá y repartirá.» ¡Qué lástima que tenga tantos sucesores en el campo de Cristo! Son conocidos por su espíritu de censura.
Son los que charlan y andan en chismes, siempre repartiendo los despojos, deleitándose en hacer circular las faltas y fracasos de sus hermanos. ¡De los tales, oh buen Señor, sálvanos!