Juan 13.14-20
Sigue hoy el pasaje sobre el servicio abnegado, y ello da pie para continuar aplicándolo a nuestra realidad.
Porque lamentablemente hay tantos que no piensan en el significado práctico y personal de lo que se lee en la Biblia.
Así, hay directivos de iglesias que se sienten ofendidos porque no se les saluda como tales. Hay también los que solo buscan los cargos “claves”, y se dan los que viven detrás del prestigio, la posición, el “status”.
Tantas veces se ha dicho, pocas veces lo hacemos realidad, que la única grandeza admitida por la Palabra es aquella que otorga el servicio.
Maestro y Señor (13,14). La condición de Cristo en relación al servicio es la siguiente: si yo, el Maestro y Señor, les he lavado los pies a ustedes, ¡cuánto más ustedes deben lavarse los pies unos a otros!
Esto no quiere decir otra cosa que nuestras aspiraciones de estar por encima de los demás dominándolos, está bloqueada por la Palabra del Señor.
Quiere decir también que nuestra única vocación que tiene sentido es la del servicio. Pero entonces, si decimos que Cristo es nuestro Señor y Maestro, ¿Le escuchamos? ¿Le obedeceremos hoy? ¿Le confiaremos nuestros problemas mañana?
Saber y hacer (17). Tan ligado a lo anterior están palabras del versículo 17. No basta con saber lo que Jesús ha dicho. Esto es sólo el primer paso para llegar a hacer la Palabra de Cristo.
Hacer esta Palabra es sencillamente aplicarla a toda la realidad de la vida. Saber y no hacer es una contradicción en el Evangelio, propia del fariseísmo. ¿Cómo se relacionan el conocer y el hacer en nuestras vidas?
Para pensar. Marcos 12.38-40.
Oración. Señor, ¿a quién quieres que visite hoy? ¿A quiénes quieres que llame por teléfono? ¿A quién debo escribirle hoy? Ayúdame a mostrar el servicio con la vida, como lo hiciste tú.