Desde el principio, la intención de Dios fue tener una relación personal y amorosa con nosotros. ¿Qué evidencia tenemos de ello?
Su Hijo. Una de las razones de la venida de Cristo al mundo es que conozcamos al Padre celestial y tengamos comunión con Él. La Biblia nos dice que Jesús es su representación exacta; sus palabras y sus obras fueron las mismas del Padre (Jn 5.19; 12.50). Por tanto, cuando miramos al Hijo, estamos viendo el carácter de nuestro Padre celestial.
Su invitación. Dios nos invita, por medio de la Biblia, a unirnos a su familia (3.16). Él se encargó de preparar cada uno de los detalles; a nosotros lo único que nos corresponde es aceptar la invitación.