Jáctese, Pero de la Cruz
"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo."
Gálatas 6:14
Numerosas veces encontramos en la Biblia traducida de las lenguas originales por Cipriano de Valera, el término "gloriarse". Su significado es hablar o presumir una persona de que tiene cierta cualidad, aunque no la tenga; es también preciarse, jactarse.
¿De qué podemos jactarnos en esta vida si nada somos? Y lo que somos es gracias a Dios.
¿Acaso nos envaneceremos porque somos de estatura, tenemos ojos claros o pelo rizado o por cualquiera otra cualidad física? Si nos ha tocado alguna de esas características, no ha sido por una acción propia sino por pura voluntad de Dios.
Debemos dar gracias a Él, no envanecernos ni ser soberbios despreciando al menos aventajado en su cuerpo. Lo mismo haremos en cuanto a capacidades mentales y habilidades. Si algo somos o tenemos es por pura misericordia Divina.
Para el cristiano la mayor gloria es haber tenido un encuentro personal con Jesucristo, por cierto un encuentro espiritual con el Maestro de Galilea. Conocer a Jesús implica en cierto modo conocerse a sí mismo o reconocerse como una persona pecadora que muchas veces ofende a Dios con sus actos y pensamientos.
El arrepentimiento frente a la cruz del Hijo de Dios que ha dado Su vida por nosotros y la convicción de sentirse perdonados y libres de culpa, marca un antes y un después en la vida de una persona creyente
El símbolo de la cruz constituye una síntesis de nuestra fe, ya que Cristo murió crucificado y desde el momento que le conocemos también en cierto modo somos crucificados pues comenzamos a morir a todos nuestros defectos, egoísmos, supersticiones, vanidades y todo lo que Dios determine quitar de nuestras vidas, para vivir en función del Señor y Su Reino. En cuanto a principios y valores el mundo para nosotros está muerto y nosotros estamos muertos para el mundo.