La enseñanza básica de esta otra parte del salmo no está tanto en los errores y aciertos del pueblo, sino en la forma como Dios reaccionó ante los mismos.
Dios se indignó (21, 31). Por lo cual su furor se hizo visible. La tremenda realidad de la ira divina es algo que solemos pensar que ha quedado relegado al Antiguo Testamento y que nunca más debemos hablar de ella.
Sin embargo, todavía Dios se indigna con los hombres y los pueblos que le desobedecen y los castiga. Si así no fuera, no habría justicia posible. Inclusive podemos decir que somos más merecedores de ese furor si conocemos más a Dios (21). ¿En qué medida confundimos la seguridad de la salvación con la impunidad?
Dios se compadeció. El “sin embargo” del v. 23 adquiere un tremendo valor, porque nos describe la otra cara de Dios, dando paso a la enumeración de las obras que el Señor hizo por sus escogidos.
Dios se compadeció de su pueblo y por eso intervino nuevamente (31). Aun hoy, cuando somos objeto de una bendición divina, debemos comprender que ella viene “a pesar” de nuestras fallas. ¿En qué sentido pensamos que Dios tiene algún tipo de obligación con nosotros?
Dios actúa. Las tres frases que hemos mencionado describen atributos morales de Dios, pero el salmo es un relato histórico, que sólo incluye esas ideas para dar sana interpretación a la narración.
A nuestro alrededor pasan cosas y los historiadores les buscan las causas políticas, sociales, económicas o religiosas. Por encima de todas éstas hay una causa que se llama Dios.
El les envió comida (24, 25) como para pueblos opulentos, pero también los hizo morir (31). ¿Tratamos de ver la mano de Dios en lo que ocurre a nuestro alrededor?
Oración. Dios nuestro, como una pequeña parte de la sociedad de este siglo, te ruego que tú me hagas discernir lo que estás haciendo en el mundo actual.
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