Las riquezas y la salvación
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa. Lucas 19.8–9
La salvación de Zaqueo inmediatamente afectó el aspecto financiero de su vida (Lucas 19.1–10). La evidencia inicial de su vida transformada fue su absoluto cambio de actitud hacia su dinero. Como recaudador de impuestos en el Imperio Romano, había estado totalmente centrado en acumular tanta riqueza como era posible, incluso si eso significaba defraudar a los contribuyentes y retener contribuciones a las personas necesitadas.
La transformación de Zaqueo fue tan genuina y drástica que Jesús hizo esta tajante declaración: «Hoy ha venido la salvación a esta casa» (Lucas 19.9).
No todos los encuentros con Jesús tuvieron un resultado positivo. Los Evangelios sinópticos (Mateo 19; Marcos 10; Lucas 18) contienen el relato del joven rico.
El Señor escogió un mandato que revelaría si en realidad el joven estaba preocupado por la salvación. Jesús le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme» (Marcos 10.21).
Lamentablemente, el joven no estaba dispuesto a obedecer a Cristo si esto significaba separarse de sus riquezas, así que se fue, reacio a seguir las instrucciones de Jesús.
En estas dos ocasiones importantes en las que Jesucristo íntimamente se relacionó hay un fuerte contraste entre la actitud hacia el dinero y el estatus ante Dios. En la historia de Zaqueo, el hecho de que su actitud hacia la riqueza cambió fue evidencia sólida de que su arrepentimiento y búsqueda de Dios eran auténticos. En la historia del joven rico, su obstinada negativa a desprenderse de su riqueza era prueba de su adoración de sí mismo.
¿Cómo su visión del dinero se relaciona con su estado ante Dios?