No Pase la Vida Quejandose
La persona que siempre busca errores, difícilmente encuentra otra cosa. Viva como una exclamación, no como una explicación. Cualquier persona quejumbrosa dirá que el éxito no es sino suerte. Los niños nacen con optimismo y el mundo trata poco a poco de disuadirlos del «engaño».
El hecho es que cuanto más se queje, menos logrará. Una vida quejosa es un surco profundo. La única diferencia entre el surco y la tumba es el tiempo. Un espíritu de queja primero llama, después es un invitado y al final es el amo.
Algunas personas siempre encuentran lo malo en cualquier situación. ¿Conoce a alguien así? i Cuántos quejumbrosos prósperos conoces? «Hombres insignificantes con mentes pequeñas y poca imaginación andan por la vida en pequeños surcos, complacidos en resistir todo cambio que altere su pequeño mundo» (anónimo).
Las pequeñas cosas afectan a pequeñas mentes. Algunas personas están seguras de que pueden mover montañas si algún otro les despeja las rocas del camino. Algunas de las personas más desilusionadas en este mundo son las que reciben lo que les corresponde.
La miseria quiere su compañía. Los quejosos se atraen entre sí, mientras que repelen a la gente positiva. Cuando Dios se dispone a bendecirle no le envía personas quejumbrosas, sino que le manda a los que están llenos de fe, poder y amor.
Cuando sienta deseos de quejarse, lleve a Dios a la situación. Debe apagar su luz para estar en la oscuridad. «Tú guardarás en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera» (Isaías 26.3). ¿Se encuentra esperando en El, o está Dios esperándole a usted? ¿Es Dios su esperanza o su excusa? No deje que el cielo se convierta en una ventanilla de queja.
«De todas las palabras tristes de la lengua o de la pluma, las más tristes son estas: ¡Podría haber sido!"» (John Greenleaf Whittier). N o se queje. La rueda que más chilla es casi siempre la que primero se cambia. Si se queja de otras personas, no tiene el tiempo para amarlas.