Uno de esos relatos, lo encontramos en el capítulo 9 de 2 de Samuel, se refiere a un joven llamado Mefi-boset. Este era nieto del Rey Saúl; cuando su abuelo murió, sufrió un accidente y quedó inválido.
Luego David subió al trono y buscando algún descendiente de Saúl, lo encontró y lo hizo venir a fin de quedarse en el palacio real comiendo en la mesa del rey.
Leamos: “Entonces envió David el Rey, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo.
Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor a Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.
Y el inclinándose, dijo: ¿Quién es tu servo, para que mires a un perro muerto como yo?
Aquí tenemos a un príncipe, con mentalidad de perro, ni siquiera perro vivo, sino perro muerto.
¿Te puedes imaginar que clase de mentalidad? ¿Has visto una mentalidad más acomplejada y subestimada?
¡Descendiente de un rey, príncipe, y considerarse perro muerto!
¿Y no te parece que hay millones de personas con esa misma mentalidad?
El que no conoce a Dios, la persona que no tiene a Cristo, generalmente no tiene los justos conceptos de sí mismo.
Personas que se creen inteligentes, cultos y algunos con alta preparación académica o universitaria, quieren seguir sosteniendo la improbable teoría de que el hombre “desciende del mono”
Así que no nos asombremos, de que Mefi-boset se consideraba un perro muerto.
¡Amigo, tú no eres un perro muerto! En primer lugar, fuiste creado a imagen de Dios. ¡Y Dios no es un perro muerto!
Si hoy vemos a hombres que viven como animales, es por causa del pecado; el pecado trajo destrucción y caos en el ser humano y de alguna forma vino a afectar también al mundo geofísico.
Sin embargo, damos gracias a Dios que envió a Cristo, para redimirnos de la maldición del pecado.
Cristo se levanta sobre las ruinas del pecado, reconstruye y restaura al hombre caído, haciéndole una nueva criatura:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.
Y ahora en Cristo, no solamente somos la imagen de Dios en la tierra; sino que tenemos hasta la misma naturaleza de Dios:
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina”. 2 Pedro 1:4.
Es tiempo que nos concienticemos para vivir con mentalidad de príncipes.
Mefi-boset, vivía con esa mentalidad de perro muerto, mientras estaba lejos de la presencia de David el rey; mas ahora en su presencia, David le cambia esa mentalidad:
Devolviéndoles las propiedades (propiedades de príncipe) “Y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre” 2 Samuel 9:7.
Luego el rey sienta a Mefi-boset a su mesa, como príncipe que era y comía comida de rey y en la mesa del rey. 2 Samuel 9:7,13.
Todo eso para que tomara o recuperara la conciencia de príncipe y dejara de pensar como un perro muerto.
¡OH gloria a Dios! Eso es lo que Cristo ha hecho y hace con todos los que venimos a Su presencia, nos quita la mentalidad de perro, y nos pone la mentalidad de príncipes.
¡Qué bien ensambla a lo que vengo diciendo! El Salmo 113:7-9 dice: “El (Dios) levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar (basural), para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo”.
Tomado del libro: Sin leña se apaga el fuego.