Isaías 26.1-15
La paz del justo (1-6). El justo está protegido como si habitara en una ciudad fortificada (1). La paz que se le promete incluye la seguridad material tanto interior como de la comunidad; es la plenitud y bienestar total que la Biblia llama “paz” (Shalom en hebreo).
Aquí el justo se describe en su relación con Dios; es fiel (“guarda su verdad”, v.2), firme en su confianza (3).
Cómo se aprende a ser justo (7-11). En sus “juicios” (es decir, sus acciones por las cuales Dios ha castigado al injusto y protegido al humilde), Dios ha mostrado lo que es la verdadera justicia.
Hay que aprender de él (9). Pero hay que estar atento y despierto para aprender (8-9). El obstinado se encapricha en su ceguera; no aprende aunque esté rodeado de justicia (10-11).
Dios libera y da prosperidad (12-15). El mismo que los ha librado de otros opresores (Faraón, filisteos, etc.) asegura su liberación y prosperidad, ¡pero en la medida en que reconozcan y practiquen esa justicia que atiende el derecho del más débil!
Para pensar. En general, pensamos que la felicidad de un pueblo depende de su poder o riqueza. Aquí se la hace depender primeramente de la justicia.
¿Qué significa esto cuando pensamos en la forma en que está organizada la sociedad en que vivimos: la distribución de la riqueza, los recursos, las oportunidades? ¿Será por eso que no alcanzamos la paz?
Oración. Paz, Señor, danos paz y haznos también justos en todas las áreas del quehacer humano.