En una caricatura de una revista, un ladrón lleva puesta una de esas máscaras del “Llanero solitario.” Apunta con su pistola a su víctima aterrorizada mientras grita: “Pues bien, ¡dame todo lo valioso que tengas!”
La víctima empieza a meter en el saco a todos sus amigos.
La palabra filadelfia quiere decir “afecto humano, amor fraternal.” Quiere decir ser un amigo afectuoso. Samuel Coleridge compuso un poema titulado “Juventud y edad” con el verso: “La amistad es un árbol de refugio.” Esa es una maravillosa imagen verbal.
Los amigos son aquellos cuyas vidas son como ramas. Proveen sombra, proveen refugio de los rayos implacables, irritantes y candentes del ardiente sol.
Uno puede hallar consuelo en ellos. Uno puede hallar fuerza cerca de ellos. Se parecen a un árbol en que llevan fruto que provee alimentación y estímulo.
¿No es interesante que cuando algo ocurre en la vida y uno está solo, toma el teléfono y llama a algún amigo? Uno quiere conectarse con alguna otra persona. Pocas cosas hacen que se sienta más la soledad que atravesar una súbita prueba o alegría y no tener algún amigo a quien llamar.
Cuando uno tiene realmente un amigo, descarta el sacrificio personal. Si alguna vez usted ha leído el cuento de Carlos Dickens Cuento de dos ciudades, hay una clásica ilustración de Juan 15:13, que de hecho, él cita en su libro.
Los que entablan amistad son Carlos Darnay y Syndey Carton. Darnay es un joven francés al que echan en una pocilga antes de enfrentar la guillotina a la mañana siguiente. Carton es un abogado arruinado que ha acabado con su vida, por así decirlo, como individuo de vida desenfrenada en Inglaterra.
Carton oye del encarcelamiento de Darnay y mediante una cadena de eventos llega a la pocilga y cambia de vestidos con Darnay, el cual escapa. A la mañana siguiente Syndey Carton sube los escalones que conducen a la guillotina. Y Dickens dice, al escribir, esto: “Ninguno tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.” Y ese es un ejemplo clásico de lo máximo en amistad.
Amistad Incondicional
En una caricatura de una revista, un ladrón lleva puesta una de esas máscaras del “Llanero solitario.” Apunta con su pistola a su víctima aterrorizada mientras grita: “Pues bien, ¡dame todo lo valioso que tengas!”