Federico I y el Rabí
Federico de Prusia, conocido como « el rey escéptico», dijo en cierta ocasión a un rabino judío que le mostrase a Dios, si quería persuadirle de su existencia. El astuto rabino respondió:
—No puedo mostraros al Señor, pero si V. M. quiere asomarse a la puerta de su tienda podrá ver en este preciso momento a una de sus criaturas que con más diligencia le sirven.
El rey se asomó, dándole el sol del mediodía en plena frente.
—¿No lo veis? Está allí el servidor de Dios —dijo el rabí.
—¿Dónde? —exclamó cerrando los ojos.
—Allá arriba —prosiguió el rabí.
—Allá no hay más que la luz del sol, que no puedo mirar —exclamó el rey volviendo el rostro.
—Pues si no podéis mirar la luz que procede de una de sus criaturas, ¿cómo pretendéis ver con vuestros ojos humanos al Creador de todas las cosas?
Federico I y el Rabi
Federico de Prusia, conocido como « el rey escéptico», dijo en cierta ocasión a un rabino judío que le mostrase a Dios, si quería persuadirle de su existencia. El astuto rabino respondió: