Es bastante probable que los griegos que querían ver a Jesús vinieran para sugerirle que dejase a los judíos y fuese a Grecia; pues la tradición nos dice que el príncipe de Bdessa envió una embajada a Jesús para pedirle que fuera a ese lugar.
Estos griegos advirtieron probablemente la tormenta que se cernía sobre la cabeza de Jesús; se dieron cuenta de que terminaría en desastre y en muerte, si continuaba entre los judíos.
Es, pues, probable que hubieran ido a invitarle a dejar Palestina, e ir a Atenas, donde las mentes de los hombres eran abiertas y liberales; donde sus enseñanzas serían apreciadas, y donde podría vivir por mucho tiempo como maestro honrado y respetado.
¿Para qué ir a Jerusalén, donde le esperaba el desastre? ¡Sal y ven a Atenas!
Jesús vio muy claramente la encrucijada y así le oímos soliloquiar: «Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; mas si muere, lleva mucho fruto».
Stanley Jones