A un estudiante de seminario, de caracter firme, le preguntaron por que llevaba una vida consagrada y piadosa casi al extremo.
"Cuando yo estaba por nacer hubo complicaciones graves", contesto el estudiante. "El doctor salio al pasadizo donde esperaba mi padre y le dijo: "No hay esperanza, no podemos salvar a los dos. Usted tendra que decidir, salvamos a su esposa o a su hijo?" Sin vacilar un momento mi padre dijo: "Salve a mi esposa".
"Mi madre oyo la conversacion por el tragaluz que estaba abierto, y dijo mas fuerte y con mas insistencia que mi padre: "!Salve a mi hijo!".
"Yo estoy viviendo por ella que murio por mi, y por mejor vida que yo lleve nunca sera suficientemente buena".
El sacrificio de amor de aquella madre por el hijo que aun no habia nacido es poco al compararlo con el amor de Dios por nosotros. (Romanos 5:8)