Caminando con Dios, un bosquejo bíblico para predicar de Génesis 5:24
«Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Gn. 5:24).
Caminar con Dios significa simplemente vivir en presencia de Dios (Gn. 17:1). Una vida regulada por su voluntad, inspirada por su Espíritu y dedicada a sus propósitos. Implica:
I. Una total rendición. El nombre Enoc significa «dedicado», uno entregado a Dios, para quedar amoldado a su mente y voluntad.
II. Una comunión ininterrumpida. «¿Andarán dos juntos, si antes no se han puesto de acuerdo?» (Am. 3:3). La buena compañía hace corto el viaje.
III. Un progreso continuado. Caminar con Dios significa un creciente conocimiento de Él. La luz en este camino resplandece más y más. No hay detención con Él. Las ruedas llenas de ojos no reposan.
IV. Completa separación. No podrías imaginarte a Enoc tomando parte en los pecaminosos placeres del mundo. «Sed santos» (Lv. 20:7), porque Yo soy santo». Dios es luz, y los que aman la luz no caminan en tinieblas.
V. Perseverancia inquebrantable. Caminó con Dios durante 300 años. No una vez a la semana, ni tampoco unos minutos por la mañana o por la tarde, sino de continuo, y en medio de todos los cuidados y pruebas de una vida normal de familia. No era un eremita ni era un recluso.
VI. Confianza sin temor (Sal. 23). Cuando podemos decir «Tú estás conmigo», ¿por qué hemos de temer? Mayor es el que está con nosotros que todo el que pueda estar en contra de nosotros. Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria sobre el pecado, sobre el mundo, sobre la muerte, y sobre el diablo (1 Co. 15:57).
VII. Intensa satisfacción. «Tuvo testimonio de haber agradado a Dios» (He. 11:5). ¡Qué consolación! Al actuar así es indudable que desagradaría a muchos. Por cuanto no sois del mundo, por esto el mundo os aborrece (Jn. 15:18).
VIII. Futura bienaventuranza. «Le llevó Dios.» Éste es el epitafio escrito acerca de un hombre que fue sepultado en el Cielo antes de morir. Prosiguió caminando con Dios «en vestiduras blancas» (Ap. 3:40. Una figura de la transformación de la Iglesia en la Segunda Venida del Señor (Jud. 14:15).
IX. Una fe simple. «Por la fe, Enoc fue trasladado» (He. 11:5). Él evidentemente creía que Dios se lo llevaría sin gustar la muerte, y así lo hizo Él. Por la fe en Cristo, Dios sigue tomando a personas a su compañía, capacitándolas para que le agraden, y transformándolas a su semejanza. «Que andéis como es digno del Señor» (Col. 1:10).