CONFESIONES EN EL. Bosquejos Biblicos Para Predicar SALMO 119
I. «Yo anduve errante como oveja extraviada» (v. 176). Una oveja extraviada no puede hacer otra cosa que ir errante (Is. 53:6). Piensa en qué es aquello de lo que nos extraviamos al ir errantes; de Dios y de su Palabra; piensa en a dónde vamos errantes. El propósito del Pastor es buscar y salvar a los perdidos.
II. «Con todo mi corazón te he buscado» (v. 10). Éste es el objeto correcto, buscado de la manera correcta (Sal. 27:4). Para las ovejas descarriadas solo hay la «hiel y el ajenjo» (Lm. 3:19) de la fatiga, del peligro y de la frustración. En Él está la vida. Buscad al Señor.
III. «Me complazco en el camino» (v. 14). En el camino de sus testimonios hay una gozosa liberación; sus caminos son caminos de justicia. La fe conduce a la tierra prometida de las «inescrutables riquezas de Cristo». Paraos„ y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino (Jer. 6:16).
IV. «Te he manifestado mis caminos» (v. 26). «Mis caminos», sin importar lo torcidos, insensatos e infructíferos que hayan sido, es bueno declararlos todos en sus oídos. Tenemos que declarar sus caminos a otros, pero nuestros propios extravíos a Él.
V. «Escogí el camino de la verdad» (v. 30). Ésta es una elección valiente y necesaria. Él escogió sernos fieles a nosotros; ¿por qué no debiéramos nosotros escoger serles fieles a Él? La elección tiene que ser tomada entre la fe y la infidelidad; entre Barrabás y Cristo. Él se mantuvo en su elección (v. 31).
VI. «Me acuerdo… de tu nombre» (v. 55). El Nombre del Señor es un maravilloso solaz «en la noche de la angustia y de la perplejidad», porque lo que Dios es, éste es su nombre (Éx. 34:5-7). Como ungüento ha sido derramado en la persona y obra de su Hijo.
VII. «He creído a tus mandamientos» (v. 66). Ésta es una noble confesión. ¡Cuántos males y fracasos están siendo constantemente producidos en la vida cristiana por falta de fe en las Palabras de Dios! El Señor ha prometido, y «yo he creído». ¿Podemos nosotros hablar así?
VIII. «De todo mal camino retraigo mis pies» (v. 101). Hay muchos malos caminos que pueden parecer placenteros y provechosos, pero que no están de acuerdo con su Palabra. Por fe andamos, no por vista.
El camino fácil puede ser un camino malo, como el caso de los peregrinos en el prado del Atajo. Era un camino «cómodo», pero conducía al Castillo de la Duda. Para «guardar su Palabra» tenemos que detener nuestros pensamientos y acciones de los caminos de los impíos.
IX. «Anhelo tu salvación, oh Jehová» (v. 174). La Salvación diaria del Señor es una experiencia que debe ser sumamente anhelada. Deberíamos anhelarla en toda su plenitud. Los que están hambrientos y sedientos por tal justicia serán llenos. También anhelamos la salvación del Señor, cuando anhelamos la salvación del pecador. De cierto que los salvos anhelarán esto. Aquellos que anhelan su venida otra vez anhelan su final salvación.