EL AMOR DE DIOS
«El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado» (Ro. 5:5).
I. El carácter de este amor.
1 ES EL AMOR DE DIOS. Es la naturaleza del amor buscar a los desvalidos y a los menesterosos, y derramar en el regazo de la pobreza todas las riquezas de sus posesiones. El amor no puede permanecer inactivo.
2 SE MANIFIESTA. «Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Ro. 5:8). El amor no se oculta; salta todas las barreras y se muestra. «En esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios» (1 Jn. 4:10).
II. La esfera de su operación.
No es suficiente ver las evidencias del amor de Dios; su amor no queda satisfecho con ello. Debe estar
1 EN NUESTROS CORAZONES. En la ciudadela del alma, regando las raíces de nuestros afectos y purificando los manantiales de la vida.
2 «DERRAMADO.» El amor de Dios debe llenar y saturar nuestro ser, como la luz del sol es esparcida por la tierra, dispersando las tinieblas y tornando el yermo en feracidad. Si el amor de Dios nos posee, será nuestro placer, a semejanza de Él, el amar a los pecadores y hacer sacrificios por su salvación. El amor es la cosa más práctica de la tierra (véase 1 Co. 13).
III. El Divino Operador.
Esta magna obra es llevada a cabo por
1 EL ESPÍRITU SANTO. Es la obra del Espíritu desvelar el amor de Dios a nosotros en Cristo Jesús, y crear este amor dentro de nosotros. Él lo derrama en nuestros corazones tomando las cosas de Cristo, y mostrándonoslas.
2 EL ESPÍRITU SANTO QUE NOS ES DADO. Si nuestros corazones deben llenarse del amor de Dios, el Espíritu Santo debe tener su morada dentro de nuestro propio corazón.
El fruto del Espíritu es amor. «Por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Gá. 4:6). Amados, si Dios nos amó de este modo, entonces, en el poder y según la manera de aquel amor, deberíamos nosotros igualmente amarnos unos a otros (1 Jn. 4:11).