EL BRAZO DE DIOS. Bosquejos Bíblicos para Predicar Romanos 10:21
«Dice: Todo el día extendí mis manos» (Ro. 10:21).
«Acá abajo los brazos eternos» (Dt. 33:27).
«El eterno Dios es tu refugio». La palabra traducida «refugio» es muy intensa, y no se encuentra frecuentemente en la Biblia. Significa infinitamente más que un lugar temporal de refugio, una mera cubierta. Es, como lo señala la RV, una morada, una habitación, un hogar.
Te encuentras con una tempestad repentina mientras estás en un parque, y rápidamente te diriges al refugio preparado por la administración: es un refugio, y es cosa muy aceptable; pero no es tu hogar.
Intentas cruzar una de las principales avenidas en la frenética ciudad, y encontrando que el tráfico empieza a moverse, te refugias en una isla peatonal. Aquel pequeño oasis en medio del activo tráfico es muy acogedor: pero no es tu hogar. Ahora bien, Dios en Cristo es todo esto para el alma que confía–y mucho más–porque Él es un hogar.
Después de todo, ¿qué es lo que constituye un hogar? ¿No es los brazos amantes de un padre y de una madre? ¿Te sientes cómodo en el hogar con Dios? Si te sientes incómodo con el pensamiento de la presencia de Dios, si el pensamiento de Dios no te resulta grato, deja que Él ponga sus brazos a tu alrededor y debajo de ti, y echará fuera todo temor.
¡Qué contraste da esta expresión con la citada por Pablo en Romanos 10:21! «Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo desobediente y contradictor.» Desde luego, si los brazos eternos no están debajo de ti, estarán extendidos en intenso llamamiento. El lujo de reposar en los brazos eternos lo conocen sólo los que han respondido a su amante invitación. Pero observa: «Todo el día».
¡Qué ejemplo de paciencia y de hondo sentimiento! Se describe a Dios extendiendo su mano durante un día entero. ¡Qué difícil es mantener las manos extendidas sólo un breve tiempo! Sin embargo, Él espera larga y pacientemente. ¿Cuánto tiempo más lo mantendrás tú en esta posición tan incómoda?
El brazo de Dios es símbolo de poder, y por ello en esta figura hay un pensamiento de fuerza. Pero en esta metáfora hay también el pensamiento de afecto y amor. En su profecía, Isaías tiene mucho que decir acerca del brazo de Jehová, pero Moisés está ocupado en los brazos: no solamente poder, sino también amor.
La Esposa en el Cantar de los Cantares podía decir: «Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace». ¡Gracias a Dios! Aunque la diestra del Omnipotente está extendida para defendernos de todos los peligros y riesgos, su izquierda nos abraza contra su gran corazón de amor. Pero hay otro pensamiento importante.
Él extiende sus brazos no solo para rescatarnos del peligro, sino para dar satisfacción a su gran corazón de amor. Los hombres y las mujeres tienen hambre de amor de niños pequeños, y nunca parecen tan felices como cuando sostienen a los pequeñitos contra ellos. Así es que se sacia el hambre de sus corazones. ¿Y no es así con nuestro Dios? Acude Él, y Él reposará en su amor.