El Costo de Ser Cristiano y de No Serlo | Bosquejos para Predicar
"Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?". Lucas 14:28
El hombre no es una mera criatura de las circunstancias, como una planta. Cristo espera de nosotros que actuemos como personas razonables, que nos sentemos y contemos el costo antes de emprender ninguna seria empresa.
Esta «torre» a que se hace referencia denota belleza, seguridad y una buena vista, y es de aplicación a todos los «edificadores de caracteres» (v. 27). No podemos contar el costo hasta que no tengamos la visión de alguna gran posibilidad delante de nosotros.
Ninguna persona sabia desea que su vida acabe como la torre de Babel, en vergüenza y confusión. Vivir la vida cristiana es en verdad una gran y solemne empresa. Muchos comienzan esta torre, y parecen incapaces de acabarlas, cayendo en ridículo, y la torre se transforma en un motivo de irrisión. Cuenta el coste.
I. El coste de ser cristiano. Es costoso. A unos les cuesta más que a otros. El temperamento natural, la temprana instrucción y el medio en que uno se haya criado pueden influenciar enormemente. Sea cual sea el precio, debe ser pagado. Tenemos que contar con:
1. ABANDONAR TODO PECADO. Cristo se dio a Sí mismo por nosotros para «redimirnos de toda iniquidad» (Tit. 2:14). El pecado es la peor de las inversiones. Cada plan en el que tenga un sitio queda corrompido. Los malvados deben abandonar sus caminos.
2. LA RENDICIÓN DE LA VOLUNTAD. «¿Qué quieres que haga?»: ésta tiene que ser la actitud del alma. Tenemos que contar lo que costará a la vida del yo poner a Cristo primero en todo, y buscar primeramente su Reino.
3. LA SEPARACIÓN DEL MUNDO. Debemos ir tras Él llevando su cruz (v. 27). Por su cruz, el mundo debe ser crucificado a nosotros, y nosotros al mundo (Gá. 6:14). Cuando encontramos nuestro todo en Cristo, es fácil darlo todo por Él. Si alguno ama el mundo, el amor del Padre no está en él.
4. OPOSICIÓN POR PARTE DEL MUNDO. El mundo que le aborreció a Él también te aborrecerá a ti. Noé, por su obra de fe, condenó al mundo (He. 11:7), e indudablemente el mundo le condenó a él. Abel tuvo que sufrir porque sus obras eran justas. "En el mundo tendréis tribulación, pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo."
5. TENTACIÓN POR PARTE DEL DIABLO. Los impíos no son tentados como lo son los cristianos. Por medio de la concupiscencia de los ojos y de la soberbia de la vida sigue ofreciendo sus sutiles ilusiones. Pero Cristo puede liberar y socorrer a los tentados.
6. ABNEGACIÓN. «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo.» La vida del cristiano es una vida de fe en el Hijo de Dios, y por ello tiene que ser una vida de abnegación. «No yo, mas Cristo». Cristo contó el costo cuando vino a vivir la vida del Padre entre hombres pecadores. «Como me envió el Padre, así también yo os envío». Pero consideremos también:
II. El costo de no ser un cristiano. Si la abundancia de capacidad y de poder del alma se invierten en las cosas de este mundo, lo que seguirá será una total y eterna bancarrota.
¿Puedes permitirte esto? El negocio de una vida sin Cristo es terriblemente caro. Sufrirá pérdida, ¡y qué pérdida! La pérdida de:
1. El amor perdonador de Dios el Padre.
2. El poder salvador de Cristo el Hijo.
3. La presencia consoladora del Espíritu Santo.
4. Las promesas ciertas de su Palabra santa.
5. El gozo de servir en su Nombre victorioso.
6. La bienaventurada esperanza de verle y de ser semejante a Él.
7. Las glorias y las recompensas de su eterno Reino y presencia.
CUENTA EL COSTO. ¿Qué perdió el Pródigo por volver? Sus harapos y su miseria.