GOZO EN DIOS
Romanos 5:11
El «gozo» ha sido descrito como «la sonrisa de felicidad y la flor de la gloria». Este gozo es:
I. Necesario. Hay lugar para una más amplia «sonrisa de felicidad» en el rostro de nuestra vida y obra.
Pero la sonrisa puede estar en el rostro mientras que en el corazón lo que hay es un dolor punzante. Este gozo viene por medio de la experiencia de la salvación de Dios, pero «cuán posible es conocer a Dios y, sin embargo, como David, perder el «gozo de su salvación» (Sal. 51:12). Allí donde hay esclavitud espiritual sólo puede haber un testimonio carente de gozo. Es cuando el cautiverio del alma termina que el gozo la inunda; entonces somos como hombres que sueñan (Sal. 126:1).
II. Posible. Es la voluntad de Cristo que su gozo esté en nosotros (Jn. 15:11).
El gozo de Cristo era el gozo de la consciente comunión con el Padre. Este «óleo de gozo» es un bendito sustituto del espíritu de pesadez. Ningún obrero cristiano debería carecer de él. Aunque salga llorando, llevando la preciosa semilla, sabe que indudablemente volverá gozoso, llevando consigo sus gavillas (Sal. 126:5, 6). Pedro y Juan encontraron posible este gozo incluso sufriendo afrenta por el Nombre y la causa de Jesucristo (Hch. 5:41; véase Hch. 16:25).
III. Condicional. Es gozo «en el Señor» (Is. 61:10).
No es gozo en nosotros mismos, en nada que nosotros tengamos o seamos. Es gozo en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien hemos obtenido la reconciliación (Ro. 5:11). Este santo gozo no puede venir de ninguna otra fuente, y de ninguna otra condición.
Hay un gozo que es como hermosura en un rostro, es atractivo, pero sólo de la piel afuera; en cambio, este gozo es tan profundo como el corazón del Dios Eterno; es un gozo inexpresable, lleno de gloria (1 P. 1:8). Regocijarse en el Señor es gozarse:
1 En SU NOMBRE. Su Nombre denota todo lo que Él es en su carácter esencial (Sal. 20:5).
2 En SU PALABRA. Cuando sus palabras son creídas, el alma tiene que regocijarse, como alguien que ha hallado un gran tesoro (Neh. 8:12).
IV. Eficaz. «Es vuestra fuerza» (Neh. 8:10).
El gozo es fuerza, en el mismo sentido en que la desesperanza es debilidad. El gozo en el Señor es una de las fuerzas espirituales más agresivas. Fue D. L. Moody quien dijo que «Dios nunca emplea a un hombre desalentado ».
Este gozo es un poder, porque es la evidencia de una vida felizmente ajustada a la perfecta voluntad de Dios. Esta fuerza es necesaria para vencer las múltiples tentaciones que están siempre a mano (Stg. 1:1-3), y para sostener cuando seamos hechos partícipes de los padecimientos de Cristo (1 P. 4:13).
Si el gozo en el Señor nos ha de fortalecer, entonces regocijémonos en el Señor siempre, y otra vez os digo, regocijaos. El mismo Señor cumpla vuestro gozo por amor de su propio Nombre (Jn. 17:15).