Jonás, Descubierto. Bosquejos Bíblicos Para Predicar Jonás 1:4-7
El desobediente profeta huyó velozmente a Jope. Los pies desobedientes corren con rapidez. Es siempre más fácil correr cuesta abajo. Pero los mensajeros de Dios son más veloces que los pies de cualquier fugitivo.
Él envió la tormenta como su detective para atrapar a su culpable siervo. Los marineros se sienten terriblemente alarmados y se dedican a aligerar la nave; arrojan las mercancías al mar.
Es la vieja historia: «Todo lo que un hombre tiene lo dará por su vida». Muchos que han vivido vidas impías se lanzan a aligerar la nave cuando la muerte les está mirando cara a cara. Pero las mercancías no pueden apaciguar la tempestad de Dios contra el pecado. Contemplemos:
I. El profeta dormilón. Tenía un camino de unos tres días, pero con su apresuramiento por huir de la presencia de Dios puede que lo hiciera en menos de dos. Cansado de su huida, y habiendo pagado su pasaje, pronto quedó profundamente dormido en la nave.
¡Qué triste! Fatigado huyendo de Dios. En verdad, el camino del transgresor es duro. Si el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones, está también rociado de muchas lágrimas.
Está lleno de suspiros y de dolor de corazón. El sueño es lo que buscan las almas que huyen. Anhelan una total insensibilidad a sus pecados. ¡Cuántas convicciones han sido apagadas en bebida, y ahogadas en antros de placeres pecaminosos! Recuerda, la insensibilidad no es seguridad. Un hombre puede estar en su mayor peligro cuando está soñando que está a sus anchas.
Jonás dormía mientras que sus compañeros a bordo estaban desesperados por sus vidas. Me temo que una buena cantidad de cristianos profesantes están jugando a Jonás aquí, disfrutando de una egoísta tranquilidad, en lugar de tratar de ayudar a las almas perdidas.
Un cristiano durmiente no es solo impotente e inútil, sino que es un verdadero estorbo para los demás. ¿Cuál era la causa de esta gran tempestad que tanto oprimía a la nave que parecía que iba a partirse? Era la desobediencia del siervo de Dios.
Pensemos en la solemne responsabilidad que reposa sobre nosotros como siervos de Cristo. Es posible hacer peligrar las almas de otros por nuestra conducta poco caritativa delante de Dios. Los santos endurecidos al Evangelio causan pecadores endurecidos al Evangelio.
II. El llamamiento despertador. «¿Qué haces aquí, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios». Éste es el lenguaje del patrón; aunque pagano, creía en la oración. Nuestro país está lleno de este tipo de paganos. Hombres que creen en la oración cuando las olas de la muerte están lanzadas desenfrenadamente contra ellos. Los que creen que la oración debe reservarse para el mal tiempo.
Un incrédulo que se burlaba de un ministro de Cristo a bordo de la nave cuando el viento era favorable, oró «Oh, Dios, si hay un Dios, ten misericordia de mí» cuando se desató la tempestad.
Estos marineros de tiempo de calma son numerosos. El adormilado profeta se despertó para descubrir que el Dios de quien trataba de huir le seguía los pasos, y le cerraba el camino. Los marineros creen que la tempestad ha caído sobre ellos porque alguno de ellos es culpable, echan suertes, para hallar al tal, y «la suerte cayó sobre Jonás».
III. Descubierto. El fugitivo es descubierto. ¡Qué gran despertar debe haber éste sido para él! Ten por cierto que tus pecados te alcanzarán. Vemos aquí la prueba de una Providencia rectora. La suerte cayó sobre Jonás. Dios siempre señala al culpable.
Cuando Dios venga a ordenar la suerte que ha sido echada en el regazo del tiempo, cada uno recibirá lo que se le debe. «Me arriesgaré a mi suerte», dijo un temerario pecador, cuando le apremiaron a que aceptara a Cristo y a que fuera salvo.
¿Qué suerte? ¿La suerte de escapar a la escudriñadora mirada de Dios en el juicio? Recuerda, la suerte «cayó sobre Jonás». Recordemos que un transgresor puede ser una enorme piedra de tropiezo para otros. Un cristiano cuya vida no esté en armonía con la voluntad de Dios puede estorbar la causa de Cristo.
El pecado de Acán fue un tropiezo para todo el ejército de Israel
(Jos. 7:8-18). Aprende también la insensatez de tratar de huir de Dios. Como pecador, puede que se te permita huir al desierto de la ruina eterna, pero como siervo, Dios ciertamente tirará de ti, por así decirlo, «con cabestro y con freno».
Judas vendió a nuestro Señor, cometió suicidio, y se fue a su lugar. Pedro negó a nuestro Señor, pero por la oración de su Maestro, lloró y fue restaurado. Al ocultarnos de Dios le tentamos a que nos saque de su presencia, presencia que es vida eterna.
IV. La desobediencia conduce a la confusión. ¡Qué pusilánime se mostró Jonás en presencia de estos marineros paganos! En lugar de ser un faro y una torre de fortaleza para ayudarles, resultó una fuente de dolor y de perplejidad.
Es triste ver al profeta de Dios confundido y perplejo en presencia de los impíos. Un cristiano impotente es un objeto muy lastimoso. La sal sin sabor es algo indigno. Sansón en el poder del Espíritu de Dios es más poderoso que una hueste de filisteos, pero como fugitivo de su Dios se convierte en un mísero objeto de escarnio. El cristiano debería ser un hombre de intrépido valor y de poder irresistible.
Lo sería si no fuera como Jonás, cobarde y desobediente. En la falda de Dalila, Sansón fue privado de su fuerza. En la falda de los placeres y seducciones de este mundo la Iglesia está siendo esquilada de su poder.
La inconsecuencia del cristiano no podrá ser más ocultada que la de Jonás. Es imposible estar fuera de comunión con Dios y tener con todo la influencia y autoridad de un siervo obediente. Nuestra fuerza reside en nuestra cercanía a Dios.
Cuanto más cerca nos mantengamos del fuego, tanto más nos poseerá su calor. Moisés sabía bien esto cuando oró: «Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí». Si tenemos su presencia, nada nos será imposible; si no tenemos su presencia, no tenemos nada que valga la pena tener. Jonás huyó de Dios. David huyó a Dios. ¿Adónde huyes tú?
