Pasemos al Otro Lado. Bosquejos Bíblicos para Predicar Marcos 4:35-41
Las circunstancias son bien conocidas. Pero ¿no podríamos emplear este incidente como una parábola de toda la vida cristiana? Cuando Cristo entra en nuestros corazones, tal como cuando entró en los corazones de los discípulos, ¿no nos dice Él en un sentido espiritual precisamente lo que les dijo a ellos poniendo su mirada al otro lado del mar: «Pasemos al otro lado»? Así, con Él volvemos nuestros ojos hacia el Cielo, y nos dirigimos hacia la ribera. Entonces contemplaremos la vida cristiana como:
I. Una travesía. Pasemos al otro lado. La muerte es en ocasiones designada como pasar al lado de la gran mayoría. Cada día estamos pasando sobre las aguas de la vida hacia el otro lado. El mar es un idóneo emblema de la vida, o más bien de las variadas circunstancias que se acumulan para constituir una vida humana.
Ahí van los barcos, no barcos pintados sobre un océano pintado, sino almas inmortales subiendo y bajando por las ondas del tiempo, y desapareciendo una a una, al pasar más allá del horizonte de la mortalidad, donde se encuentran el cielo y la tierra.
II. Una travesía llena de dificultades. Se levantó una violenta tempestad de viento, y las olas irrumpían en la barca (v. 37). Las pruebas y dificultades de los creyentes surgen de dos fuentes. El viento de las circunstancias externas, y las olas de la duda y del temor internos.
En tanto que las olas sean mantenidas fuera de la embarcación, la tempestad hará poco daño. Con frecuencia entramos en la tempestad del dolor y de la aflicción; y la presencia de Cristo con nosotros no nos salva de estas, pero su presencia nos asegura de la seguridad en medio de ellas. Seguir a Cristo siempre implica llevar la cruz (Hch. 9:16).
III. Una travesía acompañados por Cristo. Pasemos al otro lado Y Él estaba en la popa. He aquí que Yo estoy con vosotros». De ningún modo te desampararé ni te dejaré (He. 13:5). Jesús estaba callado, pero su presencia debiera haber alentado sus corazones.
Podemos estar dulcemente conscientes de que tenemos a un amigo en la estancia con nosotros, aunque haya silencio por cuanto ambos están dedicados a cosas distintas. Cristo mora en nuestros corazones por la fe. Ninguna tempestad, por sí sola, puede perturbar el tranquilo reposo del alma de Cristo. Su fe echa fuera todo temor.
IV. Una travesía marcada por milagrosas liberaciones. Él se levantó, increpó al viento, y dijo al mar: ¡calla, enmudece! Entonces sobrevino una gran calma. Así su terrible angustia fue ocasión para la manifestación de su gran poder.
¿Quién escogería escapar a la tormenta cuando se da una gracia tan maravillosa? En el horno de fuego se siente y conoce la realidad de su poder protector. Ninguna disciplina parece al presente ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia (He. 12:11). Dios tiene poder. Dios con nosotros.
V. Una travesía que debiera ser hecha sin temor. Jesús les dijo: ¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?. Tenían temor debido a que la fe que tenían en Él era defectuosa. El temor, como un prolífico hierbajo, surge del terreno de la fe débil. ¿Por qué teméis?
1 CRISTO ESTÁ EN LA BARCA DEL CORAZÓN. Cristo en vosotros, la esperanza de gloria (Col. 1:27). Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn. 4:4). ¿Puede hundirse la barca si el Hijo de Dios está en ella? Que los remeros (los pensamientos, sentimientos y afectos) se alienten. Nadie que confía en Él perecerá. ¿Por qué sois tan miedosos?
2. CRISTO ESTÁ EN LA BARCA DE LA IGLESIA. «Dios está en medio de ella; no será conmovida» (Sal. 46:5). Dios la ayudará. El anda en medio de los siete candeleros de oro (Ap. 2:1). Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento (Dt. 23:14). Ella será traída sana y salva al otro lado, sin que falte un solo pasajero.
Aunque esté ahora muy batida por la tempestad, y que las olas del mundo están irrumpiendo dentro de la barca, Él vendrá en su gran gloria y la liberará de todos sus temores. «¿Por qué sois tan miedosos?»
3. CRISTO ESTÁ EN LA BARCA DE LAS ESCRITURAS. Su Palabra está establecida en el cielo, y no puede ser nunca quebrantada. Todos los vientos y las olas de la crítica nunca inundarán esta santa embarcación.
Ellas dan testimonio de Mí (Jn. 5:39). Con una sola palabra puede Él acallar la violenta tempestad y calmar la furia de las olas amenazantes. Él habla, y es hecho. «¿Por qué sois tan miedosos?» 4. EN LA BARCA DE LA PROVIDENCIA. No confiamos en la providencia, sino en el Dios que gobierna sobre todo y en todo.
Todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios» (Ro. 8:28). Él sustenta todas las cosas. Y el Cristo que está con nosotros lo tiene todo en su propia mano. Toda autoridad en los cielos y en la tierra (Mt. 28:18). Por tanto, no temáis, manada pequeña. Echad toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. «¿Por qué sois tan miedosos?» No temas, cree solamente» (Mr. 5:36).