La Corona del Cristiano. Bosquejos Bíblicos para Predicar Apocalipsis 4:4
Y alrededor del trono… vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, cubiertos de ropas blancas y con coronas de oro en sus cabezas (Ap. 4:4). Los veinticuatro ancianos… echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, eres digno de recibir la gloria y el honor y el poder (Ap. 4:10, 11).
Estos «veinticuatro ancianos» parecen representar la compañía de los redimidos en el cielo. Evidentemente, presentan toda característica de la Iglesia glorificada. 1) Están cubiertos de ropas blancas. 2) Adoran al Cordero (Ap. 5:8). 3) Han sido redimidos con la sangre. 4) Están alrededor del trono. 5) Están coronados de gloria y honra. 6) Son reyes y sacerdotes para Dios. 7) Esperan reinar sobre la tierra (Ap. 5:8-10).
I. Lo que significan estas coronas. Los ancianos arrojan sus coronas a los pies del Redentor, diciendo: «Eres digno de recibir la gloria, y el honor y el poder». Así, estas coronas simbolizan la «gloria, honor y poder»
Puestos sobre ellos por la gracia de Dios el Salvador de ellos como recompensa por la fidelidad por ellos mostrada, y como cumplimiento de su promesa: «Entra en el gozo de tu Señor». Pero estas cosas, «gloria, y honor, y poder», que se representan en las coronas, los redimidos las ponen a los pies de Jesús, diciendo: «Digno eres», etc.
II. Lo que son estas coronas, y cómo se logran.
1. LA CORONA INCORRUPTIBLE. «Todo aquel que lucha, en todo ejercita el dominio público; ellos, en verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible» (1 Co. 9:25).
Los participantes en las carreras en Olimpia se negaban muchas cosas para ganar la gloria y el honor de ser coronados con una guirnalda de perejil, que se marchitaba y secaba en pocas horas. Pero nosotros negamos el yo y retenemos el cuerpo, «poniéndolo en servidumbre» (v. 27), para obtener una gloria, y un honor y un poder (corona) tan inmarcesibles como la Palabra de Aquel que prometió.
Debemos luchar por el dominio, no en nuestra propia fuerza, sino armados con «toda la armadura de Dios» (Ef. 6:12). Esta corona de gloria y honra está al alcance de todos los santos (He. 12:1).
2. LA CORONA DE LA VIDA. «Dichoso el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida, que el Señor ha prometido a los que le aman» (Stg. 1:12). Podemos tener vida por medio de la fe en Cristo sin llegar a poseer jamás la corona de la vida. Esta corona, o la «gloria, y honra, y poder» de la vida se da sólo a los que han sido probados y aprobados, y que le aman.
La fidelidad a Dios en tiempos de prueba, debido a un amor sincero y cordial hacia Él, recibirá la corona de la vida (Ap. 2:10). ¿Acaso no hay muchos cristianos cuyas vidas no están coronadas con gloria, y honor y poder, sino que se parecen más a los pámpanos secos, recogidos y quemados a placer de ellos? (Jn. 15:6).
3. LA CORONA DE JUSTICIA. «Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Ti. 4:8). Alcanzamos la corona de justicia, rectitud en nuestra vida diaria, «amando su venida».
La venida de nuestro Señor es una doctrina de lo más práctico. Ninguna verdad tiene tanta influencia en rectificar nuestras vidas. «Y todo aquel que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro».
El alma que ama al Señor anhelará asimismo su venida, y tratará cada día de ser semejante a Él. Muchos hay que no aman su venida, porque sus propias vidas no son rectas.
Estos no recibirán «aquel día» la «gloria, y honor y poder» (corona) que pertenece a aquellos cuyas vidas aquí hayan sido rectificadas por la esperanza y el amor de su venida. Este amor constreñidor no fue un factor en su historia espiritual en la tierra, por lo que su fruto no podrá ser recogido por ellos.
4. LA CORONA DE GOZO. «Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros en la presencia de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Porque vosotros sois nuestra gloria y gozo» (1 Ts. 2:19, 20). Esta corona de gozo se gana por medio de ganar almas (Fil. 4:1).
¡Qué gloria y honor ser usados por el Espíritu Santo para llevar a otros a un conocimiento salvador del Hijo de Dios! Éste es el fin de vuestra fe, «Recibiendo el fin de vuestra fe, la salvación de almas» (1 P. 1:9). Esta corona es dada cuando el ganador de almas y el alma se encuentren «delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida». «He aquí yo y los hijos que me dio Jehová» (Is. 8:18).
5. LA CORONA DE GLORIA. Y cuando aparezca el príncipe de los pastores, recibiréis la corona incorruptible de su gloria» (1 P. 5:4, Alford). Ser bendecidos con la corona incorruptible de su gloria es hecho partícipe de aquella «gloria, y honor, y poder» que son eternamente suyos. «Yo les he dado la gloria que me diste» (Jn. 17:22). Seremos semejantes a Él cuando Él, el gran Pastor, aparezca, coronado de gloria, honra y vida eterna.
III. Cómo se emplean estas coronas. «Se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, Tú eres digno de recibir», etc. (Ap. 4:10, 11).
Están llenos de gratitud por las coronas, para poder tener algo con lo que honrar a Aquel que los redimió y que se sienta en el trono. No trabajamos y luchamos para ganar coronas para nuestro propio engrandecimiento en el reino de los Cielos, sino para tener que poner a sus pies, para exaltar su gloria y honor.
«Coronadle de todo el Señor.» «El Cordero que ha sido inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza» (Ap. 5:12). Este es Aquel que fue una vez coronado con espinas, pero en cuya cabeza hay ahora «muchas diademas» (Ap. 19:12).