SEREMOS SANTOS. Bosquejos Bíblicos para Predicar Levítico 11
La santidad, o separación de lo contaminado. Después de haberse hecho una plena expiación, y que el Señor se haya revelado a su pueblo, ciertamente conviene a sus redimidos ser imitadores de Dios como hijos amados (Ef. 5:1). Éste es el deseo de su corazón. «Seréis santos, porque Yo soy santo». No podemos ser seguidores de Santo y complacernos en aquellas cosas que son impuras a sus ojos. Consideraremos:
I. La advertencia que se da. «Lo tendréis por inmundo, os serán, pues, abominación». Otros pueden comer de estos animales inmundos, pero no será así con vosotros. Vosotros sois Mi pueblo, redimidos con sangre, y separados para la gloria de Mi Nombre, de modo que vuestra manera de vivir no debe ser según la manera indiscriminada de los impíos. Está clara la lección que esto encierra para nosotros.
II. Las distinciones que se hacen. El mismo Dios distingue para su pueblo lo que es limpio o inmundo. Los animales limpios son conocidos por sus pies y boca, tienen la pezuña hendida y rumian. Lo que Dios ha purificado, no lo llaman común o inmundo (Hch. 10:12).
Los pies y la boca indican nuestro camino y palabra como evidencia de que somos limpios delante del Señor. Muchos cristianos profesantes tienen serios problemas con la «enfermedad de los pies y de la boca»; no se deleitan en caminar en sus caminos ni en hablar en su Nombre. «Todas volátil que anda sobre cuatro patas, tendréis en abominación» (v. 20).
Todos los que tienen poder para elevarse hacia los lugares celestiales, y que pasan el tiempo arrastrándose sobre la tierra, están en un estado abominable, y son abominables delante de Dios. «¡Ojalá fueses frío o caliente! Así, por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca» (Ap. 3:15, 16).
«Nada abominable comerás» (Dt. 14:3). Los que están dotados de las alas de la fe se contaminan cuando se mezclan con los «seres reptantes».
III. Las razones para ello. Hay varios poderosos argumentos que se dan aquí acerca de por qué como pueblo redimido de Dios debemos vivir una vida separada. Debido a:
1 SU DERECHO SOBERANO SOBRE NOSOTROS. «Yo soy Jehová vuestro Dios» (v. 44). Ésta es verdaderamente una bienaventurada revelación. «Yo soy vuestro Dios». ¿Acaso no dijo el Salvador resucitado: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios?» Cuando oréis, decid: «Padre nuestro».
2 LO QUE ÉL HA HECHO POR NOSOTROS. «Yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto» (v. 45). Hemos sido libertados de manos de nuestros enemigos, a fin de poderle servir sin temor en santidad (Lc. 1:74, 75). Redimidos por su Sangre, y el dominio del pecado sobre nosotros y en nosotros ha quedado quebrantado.
3 SU CARÁCTER INMACULADO. «Soy santo» (v. 45). Él es perfecto en santidad. La integridad de su carácter es completa eterna e inmutablemente en todos sus atributos y obras.
4 NUESTRA RELACIÓN CON ÉL. «Porque Yo soy… vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque Yo soy santo» (v. 45). «Por tanto, os santificaréis» (v. 44). ¿Cómo pueden dos andar juntos si no están de acuerdo? «¿Qué comunión [tiene] la luz con las tinieblas?… Vosotros sois el santuario del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os acogeré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos estas promesas,limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios» (2 Co. 6:14-18).