EL NAZAREATO O UNA VIDA CONSAGRADA
Números 6:1-12
Nazaret significa separada o santificada. ¿Puede acaso algo bueno venir de Nazaret? ¿Hay algún provecho en consagrar la vida al servicio del Señor? Sigue habiendo muchos escépticos, incluso entre el pueblo del Señor, en cuanto a que algo bueno pueda venir del Nazaret de una vida separada.
Parecen pensar que el mejor camino es santificar los placeres del mundo en lugar de santificarse a sí mismos. «Oh, insensatos y tardos de corazón para creer». Es mucho lo que podríamos aprender del voto del nazareno:
I. Era voluntario. «El hombre o la mujer que se aparte» (v. 2).
El Señor no nos obliga a consagrarnos a su servicio. Habiéndonos salvado mediante su Sangre, nos deja escoger a quién sirvamos. Pero por medio del apóstol, el Espíritu Santo nos ruega por las misericordias de Dios a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo a Dios (Ro. 12:1).
II. Era total. No hay consagración aceptable para Dios que no sea total. Era una separación:
1). De todo el fruto de la vid: «desde los granillos hasta el hollejo» (v. 4). «La bebida fuerte [sidra]» es mencionada dos veces como si hubiera un doble peligro de que su consagración pudiera quedar arruinada por causa de ella. Esta advertencia es urgentemente necesaria hoy.
2). De los usos de los hombres. «No pasará navaja sobre su cabeza» (v. 5). Es vergonzoso para el hombre dejarse crecer el cabello (1 Co. 11:14), pero tenía que llevar la vergüenza. El nombre separado no tiene nada de qué avergonzarse. Será peculiar, pero no camina como los hombres.
3). De la presencia de los muertos (v. 6). Los muertos pertenecen a otro mundo: él no debe contaminarse con ninguna cosa mortecina. «No son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo».
III. Era hacia el Señor. «Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová» (v. 8).
No era para hacerse un ser extraño, ni para servir de motivo de conversación entre sus semejantes. Se entregaba de voluntad para ser totalmente del Señor. ¿No estaba con ello buscando una más estrecha relación con Dios? ¿No estaba actuando en base del principio enseñado en 2 Corintios 6:17, 18, «No toquéis lo inmundo, y Yo os acogeré, y seré para vosotros por Padre»? Pablo era un nazareno para el Evangelio de Dios (Ro. 1:1).
IV. Implica una profesión abierta. «No pasará navaja sobre su cabeza. »
Su cabeza era un testimonio público en cuanto a su carácter. El nazareno no podía ser escondido. La vida consagrada es una luz que no puede ser escondida debajo de un almud.
El AMOR es una marca abierta por medio de la que somos conocidos como sus discípulos. Ningún cristiano se avergüenza de su consagración como tampoco una oveja se avergüenza de la marca de su amo. Las tijeras de Dalila arruinaron el nazareato de Sansón.
V. Involucra una gran negación propia (v. 7).
El fruto de la vid puede ser muy dulce, pero no debe tocarlo. Aun si morían su padre o madre, o su hermano o hermana, no podía acercarse a verlos ni a sepultarlos. Sus inclinaciones naturales debían dar lugar a la Palabra de Dios. Estas cosas eran legítimas para otros, pero no convenientes para Él.
La vida separada significa: «No se haga mi voluntad, sino la tuya». «Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo y tome su cruz.» Es un sacrificio, pero uno que es grato a Dios.
VI. Significaba una vida de santidad. «Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová» (v. 8).
Mientras vivía una vida separada tenía este testimonio, que agradaba a Dios. La santidad es, así, una condición, más que un logro. Los que se han separado a sí mismos de cosas prohibidas, y se han consagrado enteramente en sus manos para hacer su voluntad son santos.
Cuando el voto separador es quebrantado, dejamos de estar en estado de santidad a Jehová. Nuestra consagración queda contaminada, y se desvanece nuestro testimonio como nazarenos. «Sed santos, porque Yo soy santo.»
VII. Era fácilmente quebrantado. «Si alguno muere súbita-mente junto a él, su cabeza consagrada será contaminada» (vv. 9-12).
Entrar en contacto con los muertos, aunque fuera accidentalmente, era suficiente para ensuciar su santidad delante de Dios. ¿Nos damos cuenta cuán fácilmente la corona de consagración puede caerse de nuestras cabezas? ¿De cuán fácilmente el Espíritu Santo puede quedar contristado, y desaparecer el poder de nuestro testimonio?
Es en vano que nos mostremos con nuestros rizos sin rapar a los ojos de los hombres, si ante sus santos ojos nos hemos contaminado. Puede que en nuestras vidas esté escrito Icabod. Ten cuidado de ti mismo (1 Ti. 4:16).