Vestidos Como Reyes
"Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" Mateo 6:28-30
Cubrirse del frío, protegerse de los rayos del sol muy fuertes, defenderse de la lluvia, para no enfermar son las razones básicas del vestuario. Hay ropa especial para estar en contacto con el fuego, descender a las minas o ir al espacio.
Pero el ser humano es complejo y usa la ropa para identificarse con un trabajo o misión (médico, militar, sacerdote, bombero, etc.) De ese modo se diferencia de otros y muestra su orgullo profesional.
En cambio Dios viste a las inocentes plantas del monte, el bosque o los desiertos como si fueran reyes y reinas
Otro modo es como usamos la ropa para destacarnos, proyectar una imagen y ser admirados. Así nace la Moda, el octavo arte, en que los modistos despliegan su creatividad para inventar nuevas formas de vestir. Es no sólo un arte, sino también una gran industria basada, digámoslo bien, en nuestra vanidad.
Por cierto no propiciaremos los andrajos y la suciedad, pero es preciso decir que esto del vestido lo hemos llevado muy lejos y revela nuestra superficialidad. Es bueno verse bien, es agradable mirar gente bien vestida, pero Jesús nos llama la atención "¿por qué se afanan tanto por el vestido?"
Y nos hace mirar la creación de Dios, los lirios silvestres, la hierba que crece libre y bella en los campos, como florece cada año en el desierto. Son una lección viva para nosotros, tan preocupados de juntar dinero para comprar un buen traje o un vestido de fiesta que robe todas las miradas (porque es lo que nos enseña la televisión y las redes).
En cambio Dios viste a las inocentes plantas del monte, el bosque o los desiertos como si fueran reyes y reinas. ¡Cuánto más se preocupará de vestirnos a nosotros, no sólo con ropa física sino también de arropar nuestra alma con las mejores galas espirituales!
Señor: Cubre nuestra desnudez con Tu amor; abriga el corazón de cada uno de mis hermanos con toda Tu compasión. Y no permitas que la vanidad y superficialidad de este mundo nos absorva, sino que nuestro atavío sea "el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios" (1 Pedro 3:4)