Ira – enojo: Reacción que comienza con el desagrado, generalmente provocado por injurias o restricciones reales o imaginarias, que se manifiesta muchas veces con violencia. La ira motivada por la envidia conduce ordinariamente al → HOMICIDIO (Gn 4.5 ), al agravio (Gn 27.44s ) o a la venganza (Gn 49.55ss ; cf. 34.7–26 ); Jesús la equiparó, por tanto, con un crimen explícito (Mt 5.22 ). Los sapienciales censuran, a su vez, la necedad del enojo (Pr 29.11 ); el impaciente no sabe dominar «el soplo de las narices», según la figura original (Pr 14.29 ; 15.18 ). La ira engendra también la injusticia (Pr 14.17 ; 29.22 ; cf. Stg 1.19s ); por tanto, Pablo la juzga incompatible con el amor (1 Co 13.5 ) y un mal que deben evitar los que viven cerca de Dios (Ef 4.31 ; Col 3.8 ; 1 Ti 2.8 ; Tit 1.7 ).
Como sugiere Ef 4.26s , sin embargo, hay iras humanas que no son pecaminosas. Son «iras santas» que expresan concretamente la reacción de Dios contra la rebelión humana ( → IRA DE DIOS ). Algunos piadosos son alabados por el enojo que sienten motivado por el → CELO (Éx 16.20 ; Lv 10.16 ; Nm 25.11 ; 31.14 ). Frente a los ídolos (Hch 17.16 ) y frente al pecado (2 R 1.10–12 ), se llenaron «de la ira de Jehová» (Jer 6.11 ), con lo que anunciaban imperfectamente la ira de Jesús (Mc 3.5 ; cf. Mt 23.1–36 ; Mc 11.15–19 ).