Ocúpate de Conocer a Nuestro Señor Jesucristo.
Esto, ciertamente, es lo principal en la religión. Esta es la piedra angular de la cristiandad. Hasta que lo conozcas, mis advertencias y consejos serán inútiles, y tus esfuerzos, cualesquiera que sean, serán en vano. Un reloj sin el muelle mayor es inservible tal como lo es una religión sin Cristo.
Pero no me mal entiendas. No es meramente conocer el nombre de Cristo a lo que me refiero, es conocer su misericordia, gracia, y poder; es conocerle a él no sólo por el oír sino por la experiencia de tu corazón. Quiero que lo conozcas por fe; quiero que, como dice Pablo, conozcas “el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10). Quiero que puedas decir de él, él es mi paz y mi fuerza, mi vida y mi consolación, mi Médico y mi Pastor, mi Salvador y mi Dios.
¿Por qué subrayo tanto esto? Lo hago porque sólo en Cristo habita “toda plenitud” (Colosenses 1:19), porque sólo en él hay provisión plena de todo lo que requerimos para satisfacer las necesidades de nuestra alma. Nosotros solos somos todos pobres, criaturas vacías, vacías de justicia y paz, vacías de fuerzas y consuelo, vacías de valentía y paciencia, vacías del poder para ponernos en pie y seguir adelante, o de progresar en este mundo malo.
Un reloj sin el muelle mayor es inservible tal como lo es una religión sin Cristo
Es sólo en Cristo que podemos encontrar gracia, paz, sabiduría, rectitud, santificación, y redención. Es sólo en la proporción que vivimos en él que podemos llegar a ser cristianos fuertes. Sólo cuando el yo no es nada y Cristo es el todo de nuestra confianza, lograremos grandes realizaciones. Sólo entonces estaremos armados para la batalla de la vida, y vencerla. Sólo entonces estaremos armados para la jornada cotidiana, y saldremos adelantes. Vivir en Cristo, valernos totalmente de Cristo, hacer todo en la fuerza de Cristo, mirar constantemente a Cristo, éste es el verdadero secreto de la prosperidad espiritual. Dice Pablo “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Joven, te presento hoy a Cristo Jesús como el tesoro de tu alma; y te invito a que empieces por acudir a él si quieres correr para llegar a la meta. Deja que este sea tu primer paso: acudir a Cristo. ¿Quieres consultar a tus amigos? Él es el mejor amigo: “Y amigo hay mas unido que un hermano”(Proverbios 18:24).
¿Te sientes indigno por tus pecados? No temas: Su sangre limpia todo pecado. Dice el Señor: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”(Isaías 1:18). ¿Te sientes débil y sin poder para seguirle? No temas: Él te dará el poder para ser hijo de Dios. Él te dará el Santo Espíritu que morará en ti, y te sellará pare sí. Te dará un corazón nuevo, pondrá dentro de ti un nuevo espíritu.
¿Estás perturbado o abrumado con males extraños? No temas. No hay espíritu malo que Jesús no pueda echar fuera, no hay enfermedad del alma que no pueda sanar. ¿Tienes dudas o temores? Échalas fuera: “Venid a mí,” dice, “al que a mí viene, no le echo fuera.” Él conoce bien el corazón de cada joven.
Conoce tus problemas y tus tentaciones, tus dificultades y tus adversidades. En los días de su carne, Jesús fue como tú, un joven de Nazaret. Conoce por experiencia la mente del joven. Él puede sentir tus males, pues él también sufrió, siendo tentado. Ciertamente no tienes excusa si huyes de un Salvador y Amigo como este. Escucha el pedido que te hago este día: Si amas la vida, ocúpate de conocer a Cristo Jesús.